sábado, 31 de diciembre de 2011

No hay montaña más bella

La luna ilumina mi rostro
y me pregunto por qué estás lejos.
Tan distante de mi piel,
tan lejano de mis labios...
No hay montaña más bella
que la que comparto contigo.
Déjame pasear sobre estrellas
de suave primavera. Y ver
a través de tus ojos florecer
este valle.
A toda prisa amarte y admirar
el sol dorando tu piel cada mañana.

miércoles, 28 de diciembre de 2011

Otoño en Roma, 2001

En una terraza de Roma nos miramos fijamente. Ya es de noche y las luces del paseo iluminan los besos que gritan ansiosos al borde de la comisura de tus labios. La cena tenía un sabor romántico, con toque de dulzura en el primer plato y picardía en el postre. La noche italiana tiene otro olor. La hiedra se enreda entre las rejas de las ventanas del restaurante. La vida palpita en cada esquina romana, dispuesta a mostrarse en todo su esplendor cuando dejemos la propina y salgamos de la mano a acariciar las estrellas. El hotel queda lejos de donde estamos, pero la noche no es más que un recién nacido con mucha historia por delante. Llévame a bailar bajo las farolas de cualquier calle. Deja que mis pies se deslicen dulces entre los adoquines ajados de esta ciudad eterna. Fotografía el ligero movimiento de mi cuerpo con tus ojos verdes. Saborea mis labios. Disfrútame. Apasionadas caricias italianas recorrerán esta madrugada tu pecho y mi espalda. Bonita sonrisa la que me arrancas cuando intentas seducirme en un italiano inventado pero pasable. Esta noche es nuestra. Nuestra y de esta despierta ciudad que araña de pasión el alma y nos mece en una cuna de historia.

lunes, 26 de diciembre de 2011

Amor al amor.

No sueñes despierto en invierno. 
La luz puede quemar los recuerdos que tienes
dentro de esa pequeña cabeza con dulce sabor 
a melancolía.
La estufa calentará tu memoria y la taza de té abrirá
a mi mundo las ilusiones escondidas
que encontraste en las montañas cuando solo eras 
un joven aventurero sin ganas de amar.
Amor a la montaña.
Amor al amor.

sábado, 17 de diciembre de 2011

Poeta montañero

Oscuros ojos de poeta montañero
que surca el mar de roca arañando
la vida y desgarrándose el alma de sentir
tanto amor.
Barba dulce y ondulada en su final; de
profundo mirar y armonioso tacto.
Sabor atardecer son sus labios finos y sedientos.
Camina como acariciando el alma del monte con
sus pies cansados pero fuertes.
Abandonando el frío rincón de hormigón sale al prado verde
para ver de lejos las cálidas y doradas cumbres nevadas.
La belleza de sentirse diminuto en mitad de tanta vida.
El sentimiento maravilloso de ser parte del mundo; de
sentirse vivo; de seguir adelante por caminos y
paredes pedregosas, con las manos arañadas, pero
con el corazón sonriente.
Así encuentro a mi poeta montañoso,
que surca el mar de roca
arañando la vida y desgarrándose
el alma de sentir tanto amor.

martes, 6 de diciembre de 2011

Cosquillas a mi cuello

Me atrae tu oscura y suave barba en el amanecer. Pecho atractivo y de dulce tacto se encuentra con mis manos para enseñarte cuánto te eché de menos. Te susurro al oído lo largas que fueron las noches sin tu pelo rebelde haciendo cosquillas a mi cuello. Esos vaqueros gastados que llevas cuatro veces por semana siguen gustándome como el primer día. Y tus labios vergonzosos seducen a mis caderas gritando palabras de amor. Me gusta cuando sonríes al mirarme y esa forma pura que tienes de hablarme con la mirada.

viernes, 2 de diciembre de 2011

Paisaje puro

La noche me envuelve con su manto de tranquilidad. Oscuridad brillante que mece mi sueño entre las montañas. La luna se refleja en mis caderas garabateando un paisaje puro. Dulce melodía de estrellas sobre la chimenea. Suaves suspiros se desprenden del monte para bailar en mis oídos haciéndome sentir libre. Soledad buscada y silencio agradecido. Compartir secretos y caricias con la bella madrugada. Besar el cielo frío y alto sobre una espalda de neblina blanca y densa. Adormecer los miedos bajo la manta del sofá.

miércoles, 30 de noviembre de 2011

A cualquier montaña

Necesito que sepas que quiero vivir a tu lado. Escaparnos todos los fines de semana a cualquier montaña o cualquier pueblo diminuto de interior. Dejarnos llevar por las antiguas y ajadas calles de una aldea olvidada por el tiempo. Abrazar el invierno desde el sofá de cualquier casa rural. Hoy me haces falta. No te olvides de mí. Porque sin ti los días son eternos y a los relojes les da por detenerse. Sin ti la más bella melodía se convierte en el ruido ensordecedor que te hace tapar los oídos. No quiero escalar montañas si al llegar a la cima no estarás tú para abrazarte y decirte que lo hemos conseguido. Quiero mirarte de reojo y que me sonrías. Observarte en silencio mientras cortas leña y que me digas lo bonita que estoy por la mañana, tan despeinada y auténtica. Dejar el incienso encendido y besarte entre el aroma a jazmín que envuelve la habitación. Apoyar mi cabeza sobre tu hombro cuando estamos viendo una película. Endulzas nuestra casa en la montaña. Quiero descubrir de nuevo, cada día, a tu lado que es eso de vivir.

domingo, 27 de noviembre de 2011

Buenos días

Con el jersey grande de color gris paseo por casa. Fuera nieva y eso me gusta. Me hace sentir viva. Esta mañana no quiero escuchar música. Solo me invade la tremenda necesidad de que me susurres al oído. Los calcetines me llegan hasta la rodilla y tus manos hasta la espalda. Esta cabaña parece más pequeña cuando estás tú. Sigue gustándome. De momento tu perro ladra y yo te beso. Buenos días.

sábado, 26 de noviembre de 2011

Al final de las montañas

De nuevo frente a la mañana soleada del otoño.
Tu barba vuelve a asomarse por mi hombro
pidiendo a gritos los besos que te debo desde anoche.
No pude. Pero ahora soy toda tuya. Déjame
acariciar tu espalda con la punta de mis
dedos fríos. Esta estación siempre quiso
helar mis mañanas. La noche transcurrirá en el sofá,
viendo cualquier película al lado de tus caderas. Me dirás que no
entran en calor tus hombros y los besaré despacio.
Una mirada cálida visitará tus ojos y te sonreiré frente a la chimenea
como cada sábado. Regresa tu barba a mis muslos. Me gustas.
La manera que tiene la noche de acercarme a ti me produce
tranquilidad. Siempre estás. Y la manta desaparece para dejarte espacio entre
el frío y mi pecho. Me haces ascender al pico más alto sin levantarme de la alfombra.
Te gusta mi pelo. Abrázame. No me sueltes esta noche.
El azul del cielo es más azul siempre que tú estás entre el verde de los prados
que desde casa podemos espiar. Juegan. Viven. Como tú y yo cada atardecer
oscuro mientras el horizonte se funde al final de las montañas.
La luna, curiosa, te besa el ombligo y yo no seré menos.
Este invierno eres para mí.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Me gustas

Hoy has vuelto a despertarme. Me gusta la forma que tienes de susurrarme al oído cada mañana. Ya estabas vestido y llevabas las botas de montaña puestas. Lea estaba esperando en el piso de abajo, ladrando impaciente. Sabía que hoy tocaba paseo, me estabais esperando. Me gusta. Me gustas. Me has dado un beso en los labios y has bajado a esperarme. Otro día de sol. Se pueden respirar los rallos que desprende. El juego entre montaña y sol es algo que no todo el mundo consigue comprender. Hay una especie de entendimiento entre ellos. Se conocen, se aman -desde siempre-. Vamos, Lea. Y tú... Tú ya sabes lo maravilloso que eres.

domingo, 20 de noviembre de 2011

Te beso

Hoy me he levantado con unas enormes ganas de escribirte. Y de verte. Y aquí estoy: frente a las teclas frías de un ordenador que se queja cada vez que lo enciendo. Llueve. Los cristales de mi casa se empañan en esta mañana mojada de otoño. Pronto nevará. ¿Vendrás? Seguro que sí. Estaré esperándote como cada día. Búscame paseando con Lea por la montaña. O con mi cámara de fotos -aquella con la que te sorprendía cada vez que salías de la ducha-. La música bien alta, ya me conoces. No me importa que tardes. Me basta con sentir tu tacto cálido sobre mi espalda. Las noches son demasiado frías, y no tiene nada que ver con este clima de montaña que me encanta. Es, más bien, que no estás entre las sábanas para calentarlas. Aun con la chimenea devorando leña hace un frío asqueroso. Es el peor... He decidido hacer para comer lo que tanto nos gustaba para el domingo -aunque yo sigo prefiriendo tu pecho-. Te guardaré un poco, sé que vendrás. No voy a cerrar las ventanas por mucho que llueva, te encantaba ese punto de locura en mí. El olor a lluvia me recuerda las tardes acurrucados bajo la manta en el sofá de arriba. También me encantaba cuando las tormentas nos sorprendían en mitad del paseo con Lea a 20 minutos de casa. Llegábamos empapados. Entonces la ducha caliente era una gran aliada. ¿Lo recuerdas? Claro que lo recuerdas. Esta noche me iré pronto a la cama. Mañana madrugo. Pero antes te enviaré esta carta. Ven a por mí. Cuida de esta pequeña loca que necesita tus besos más que el aire puro que se desliza por estas montañas. Te beso.

viernes, 18 de noviembre de 2011

Una casa en las montañas.

Un viaje.
Donde pueda decirte lo bonito que es tu pelo y la gracia que me hace
besarte la barba.
Me encantas.
Una casa en las montañas.
Donde poder tumbarme a la luz de la chimenea encendida
en una noche de invierno mientras te miro
fumarte un cigarrillo.
Un hijo.
Para que toda tu belleza no se pierda.
Pintar las tejas que sobraron de la reforma del tejado.
Qué bonito está
el otoño visto desde tu mirada.
Sigo echándote de menos.
Cenar juntos.
Ver cómo nieva desde la cama. Y llover.
Verte al despertar. Qué lujo tener
tus besos a diario.
Qué lujo tenerte entre
mis brazos al dormir.
Déjame tararearte al oído nuestra canción.
Shhh... Estoy contigo, bonito.

jueves, 17 de noviembre de 2011

Cuánto te eché de menos

Amanece el otoño en tu cintura desnuda.
Sale el sol por tus dedos
que se cuelan entre mi libro y mi pecho.
Te leo. Te leo y susurro cuánto te eché de menos.

He vuelto

Me baño de nuevo en las aguas de este maravilloso mar. 
Perdonad mi huida. Las montañas no se admiran solas. 

Llueve. Bello otoño.

martes, 11 de octubre de 2011

Más rock y menos recuerdos

Te escribo mientras
el sol va muriendo entre la última y la cuarta
montaña.
Esta tarde de otoño rebelde me contagia
unas ganas tremendas de ir a buscarte. De
correr por donde haga falta para llegar a tus
hombros desnudos.

No es que seas imprescindible
para mí, para nada. Es solo que si son tus
ronquidos los que me ayudan a dormir desde mi derecha
en la cama la vida me gusta más. Y no me molesta tanto tu
manía de echarme de menos.

Pero dejaron de gustarme los inviernos desde
el día en que a las mantas les dio por
abrigar menos que tus brazos. Y ahora
hace un frío asqueroso. Menuda mierda, ¿eh?

Las botas siguen encerradas y empeñadas en
ver tus pasos acercándose.

Que ya lo ha dicho Rosa: tengo la vela
preparada en la ventana.

Más rock y menos recuerdos.

viernes, 7 de octubre de 2011

Barba y cerveza

Sé y sabes que los árboles
son más verdes cuando
te contoneas de forma muy varonil
frente al espejo de mi baño todas las noches
que quieres pasar bajo mi techo.
Que la sensación de verte es algo así como cuando
escucho una canción de El Jefe, de Bruce Springsteen
en la radio y dicen su nombre, así: ¡THE BOSS!
Qué coño... verte es mucho mejor. Pero si te veo mientras
su rock derrama pasiones en mis oídos la cosa se pone bastante más bonita.
En la mesa están las cartas con tu nombre en mayúscula. Letras
cuidadosamente esculpidas a base de tinta indeleble sobre un
sobre blanco roto. Sí, blanco roto. Irreparablemente atractivo. Como tus manos.
¡Qué expertas del tacto están hechas!
Y si me das a elegir entre tu barba y las cervezas te
digo que me quedo con tu barbilla húmeda. Beber de ella... una auténtica maravilla.
Delicias deslizándose por tus labios
rotos pero suaves. Conocedores ellos de mis caderas y salvajemente adiestrados por
mi espalda.
Bonito, tengo el cristal de la ventana lleno de versos de Benedetti esperando a
que tus ojos se den un paseo por ellos. Y que luego escribas sobre mi ombligo
que las estrellas de esta montaña se ven mejor desde la cima de mis
hombros.
Sentado estás en mi cama y te miro con el agua en la mano y
las ganas en la boca.
¿Vemos la película?

jueves, 6 de octubre de 2011

Igual que las llamas de esta playa

Qué bien está esto
de hablarte y contarte todo lo que te he echado de
menos las veces que ha caído el agua a solas por mi espalda.
Las canciones que te has perdido
pero que ya tendrás tiempo de escuchar sobre
mis muslos.

Acojona, a veces, el frío que queda entre las sábanas
y que se empeña en recordarte de lunes
a viernes.
Un horario muy bueno, si me permites el apunte.
El estampado de rayas de mi pijama huye de
la almohada hasta el salón y recorre los marcos de los cuadros, solo
los marcos, mientras grita tu nombre en voz baja.
Hay pantalones vaqueros sin pistola y filas indias sin pluma, ¡tú te crees!
La de veces que habré pensado qué decirte cuando regreses y no nieve, o el
suelo esté
más frío que de costumbre.
El techo se viene a bajo, y ya no puedo hacer nada. Sin ti no se puede. Es
imposible, lo intento, eh, pero no hay manera.
O lo sujetamos los dos o esta casa se derrumba. No se a ti, pero a mí no
me
hace ni pizca de
gracia que la montaña se nos ría cuando vea todos los ladrillos
rotos y hechos añicos por todo el valle.

Venga, que te espero con la cena hecha y la tele encendida,
para que vengas y la apagues a besos.
Igual que mi fuego.
Igual que las llamas de esta playa poco
desierta y frecuentada.

miércoles, 5 de octubre de 2011

Mi perfume era el aroma que querías para tus madrugadas

Porque no solo de noches
vive el hombre.
Si las sábanas se secan al sol es porque
está tu barba observándolas.
Las músicas que suenan sobre las cabezas de los tejados
de estas casas de pueblo vivo cantan por soleares a tu balcón.
Sé que no tiene mucho sentido mi carta de hoy, pero
algún día la volverás a leer y te darás cuenta de que mi perfume
era el aroma que querías para tus madrugadas.
Te darás cuenta de que mis manos eran las perfectas para tu espalda, que
encajaban con el juego de caderas que mecía la literatura de
tus curvas morenas.

Si supieras... Todo ha pasado deprisa. Pero no ha pasado todo.
Todo es lo que dejas cuando apagas la luz del baño
y dejas la puerta abierta. O cuando me escribes notas al despertar
y las cuelgas en nuestra nevera con el imán de Amsterdam que nos trajo
tu prima de aquella huida que hizo hace 3 años.
Salivas empañadas de tequila. Sediento como tu solo.
Ven a lamer de mi cuello los delicados mapas que llevan a confines nunca
antes soñados; a histeria contenida; a desenfreno buscado. Ansiado. Te quiero aquí.
Los libros se empiezan a leer desde la primera línea, si no
estamos apañados. Vaya tela, vaya expresión.

Dile a la vecina de arriba que deje de tender las sábanas tan cerca de la ventana
de nuestra habitación, que algún día la salpicaré de versos. O de caricias. O de gemidos
desgastados en meses de frío agosto. Caluroso noviembre.

Vuelve
a volverme loca con tus palabras.

Vuelve
a dejarte hacer, a hacerme, a arañarme con lametones
las caderas.
A dejar que mi pecho te eche de menos una noche más. Solo una. Porque a partir
de mañana me mudo a tu espalda.

Vuelve
a
volver
a
volverme loca.

Porque me encantas.

martes, 4 de octubre de 2011

ASALVAJADO Y VIVO

Anoche vi "nuestra" película
y lloré como nunca.
No fue por echarte de menos, ni por sentir
a medias el olor a ropa tendida fuera del
perímetro amoroso que trazamos con carboncillo sobre
las paredes de estas montañas. Tampoco
fue por mirar a tu esquina verde, ni por sentir la
ausencia de tu tentadora barba sobre mi desnudo colchón.

"Nuestra" película, como te cuento.
La vi entera y sin pausas, como te gustaba. Qué caprichoso eras.
No esperaba menos de estos árboles sordos que ganan
al billar con un buen movimiento de rama. A la mínima el
perro deja de ladrar y te encuentras sin compañía
sobre un sofá rojo sin cojines ni polvo
ensuciando camisetas blancas y rasgadas
con ceniza de pitis mal-fumados y cervezas
sin espuma.

Se ha vuelto a romper la realidad y el cristal de la ventana
sigue intacto. Bello. Bellos. Como tú.
Volverás para decirme que las pupilas en las que ahora
te miras son demasiado poco verdes para tu gusto. Que
necesitas unos ojos que reflejen más tu alma aventurera.

Porque
las furgonetas no se conducen solas, y tu perro no sabe pasear
al lado de otras piernas que no sean las mías.
Sabe a dulzón verano esto que te escribo.

La ducha donde nos escondíamos en diciembre está mojada
de vida para que vayas y recojas cualquier puñado de experciencias
y lo cosas a tu espalda. Ven. Ven y mira cómo ha crecido mi madurez.
Es increíble lo grande que está ya.

Te espero bajo el viento de este otoño asalvajado y vivo.
Te espero
esperando algo de tus caderas.

domingo, 25 de septiembre de 2011

Empapado de lluvia

Bajo la lluvia embellece tu rostro. Tus verdes ojos brillan mientras me confiesan lo mucho que han echado de menos a mis hombros. Me apeteces. Quiero besarte esta noche y pedirle a la mañana que se retrase. Quiero oler tu cuerpo empapado de lluvia y acariciarte la espalda con versos infinitos. Amor. Bonito de piel morena y alma libre como las montañas en las que dormimos en verano. Larga estación de pasión sobre tu pecho desnudo. Eternas miradas que valen oro.

sábado, 24 de septiembre de 2011

Vuelve a guiñarle el ojo a mis caderas

Regalaría mis caricias a tu pecho en cualquier noche de otoño infantil y recién estrenado. Susurraría besos a tu espalda. Lejos no me haces ningún bien. Pensarte entre las sábanas me aburre y no hay remedio ante este sinvivir que quiebra mi sueño y desvela la nostalgia que peregrina por mi octubre. Te quiero cerca para poder decirle a tus abrazos que son la mejor de las curas y recordar cada mañana que no hay mejor almohada que tu pecho. Tu pelo oscuro me enloquece. La música de nuestras mañanas de cocina sigue sonando entre los coches veloces que atraviesan este pequeño rincón que dejaste vacío. Mis paredes verdes gritan tu nombre. Ven. Ven. Vuelve a guiñarle el ojo a mis caderas. Vuelve a pasear tu barba por mis hombros frente al espejo del baño y deja que la luna me tenga celos de nuevo. La ventana continúa abierta. Te llamo luego.

jueves, 22 de septiembre de 2011

Llenábamos de rock la montaña

Es de noche. El calor no me deja dormir. Te escribo una vez más. No tiene nada de especial. Esta noche no. El aire fresco, con su olor a futuro en una casa con las paredes verdes, me recuerda a ti. Los balcones con ropa tendida se parecen a las mañanas que llenábamos de rock en la montaña. También me recuerdan a ti. Sigue entrando la brisa por la ventana. Esta noche etoy demasiado cansada como para cerrarla, así que hoy duermes conmigo.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Como viajar a Andalucía

Mirarte mientras duermes es algo que me supera. Una necesidad que no puedo desterrar de mi alma. Mirarte mientras duermes es como viajar a Andalucía sin moverse de la madrugada. Es algo mucho más fuerte que mi vicio de observar la lluvia mojar las montañas sentada en la silla de mimbre de mi entrada. Te miro. Te beso los párpados cerrados. Te acaricio la espalda desnuda y fresca por la noche de otoño que cubre nuestros somnolientos cuerpos. Te miro. Busco entre tu piel cualquier mensaje de amor y lo encuentro enredado en tu ombligo. Busco alguna invitación a besarte suave y delicadamente para no quebrar tu sueño. Duermes y yo alejo las pesadillas de tu joven madrugada. Abrazo tu pecho. Apoyo mi cabeza sobre él esperando que mi pelo no te haga cosquillas y continues durmiendo. Estás tan guapo con la barba desnuda sobre mis sábanas...

domingo, 18 de septiembre de 2011

Tu perro me acompaña por las tardes cuando no estás tú

Sigues pareciéndome el tío más guapo de todo el lugar. Tu barba sigue irradiando ese brillo a rebeldía que tanto que gustaba. Sigues salpicando de luz todas las mañanas que pisas en las montañas. Tu perro me acompaña por las tardes cuando no estás tú. Me gusta el modo tan perfecto que tiene de sustituirte. Pero eres irremplazable. Ahora que regreso a tus atardeceres recuerdo perfectamente el olor de tu piel sobre mi piel. Recuerdo a tu perro ladrarnos desde la madrugada. Es bueno recordar. Sobre todo ahora, que regreso a ti y no quiero olvidar lo que me llevó a encontrarte de nuevo. Te lo digo yo, que sobre perros y amores sé un rato. Me quedo. Quédate tú sobre mi espalda las próximas 15 primaveras.

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Una anciana nos saluda desde la acera de una aldea

Las gotas de lluvia mojan los cristales de este coche destartalado. Seguimos recorriendo la carretera húmeda y los charcos gritan cuando los acariciamos con nuestros neumáticos. La música en modo aleatorio y tus manos en el volante. Todas las señales de tráfico nos miran absortas y se fijan en los arañazos del capó. Si supieran... Compartimos asfalto con enormes camiones de mercancía, con caravanas y furgonetas que ya las quisiera nuestras. Casas en ruinas se abren ante el morro de nuestro coche. Todos los pueblos por los que pasamos entre lluvia y alquitrán nos hablan de una soledad viva y bella. Una anciana nos saluda desde la acera de una aldea. Qué bien me sienta. Bajo la ventanilla y dejo a la lluvia lamer mi brazo, mis pulseras. La oscuridad cada vez coge más fuerza. Paramos en un pequeño municipio, muy pequeño. Una casita será nuestro hogar hasta mañana. Paredes de roca. Cortinas verdes. Un sofá perfecto y mi cámara para inmortalizarte en él. Por supuesto, abro las ventanas porque sigue lloviendo.
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"Estar vivo, supongo, es tener miedo; y sostenerle la mirada a esas dudas que nos achican los pulmones."
(Ismael Serrano)

En mitad de una noche de verano

Regresa, noche,
para cubrirnos de paz
y melodías.

martes, 13 de septiembre de 2011

Ropa seca

Tengo sueño. Hoy no he dormido nada y recojo la ropa ya seca con los ojos casi cerrados. Las montañas que ayer desvelaban mi tarde me cantan hoy canciones de cuna para que mis párpados descansen sobre las pupilas verdes que decoran mis ojos. Termino de recoger la ropa y el sol me acaricia el sueño. Él también me mece entre sus grandes brazos de estrella.

lunes, 12 de septiembre de 2011

Aires de libertad

El mar grita tu nombre. Y yo te observo caminar
sin camiseta por la orilla. Lento. Suave. Casi de
puntillas. Con poesía entre los dientes y rastro de
arena en los hombros. Las olas bailan los acordes
que tu corazón les dicta. A su vez, mi alma baila
al son de las canciones que tus oscuros ojos le
tararean. Con tu permiso, te voy a guardar entre
los bonitos recuerdos y los deseos que tengo
amontonados en algún rincón de mi cabeza. Porque sí. Porque
te tengo ganas. Buenas e insaciadas ganas. Me susurra
aires de libertad tu espalda desnuda y salada.
El mar grita tu nombre. Y ahora también lo hago yo.

viernes, 9 de septiembre de 2011

Suaves aguas

Te encuentro, sin buscarte, entre los
pliegues de mis despertares. Entre mares
de suaves aguas. Navegando sobre mi
ombligo marcando un rumbo fijo. Cristales.
Cristales débiles de pasión acelerada
en mañanas de frío intenso. Siénteme
en el calor de la leña al quemarse en
tu hoguera. Camina por mi estrecho
sendero de tinta agotada. Pelo largo y
sin flequillo. Como me gusta para
mí. Como te encanta. Tu pelo corto
estremece mis copos de nieve.
Te busco.
Te encuentro.

jueves, 8 de septiembre de 2011

Pincel en mano

Se abre la puerta de las esperanzas otoñales en el undécimo piso del alto edificio que corona el centro de la ciudad. Es bonito y con una amplia terraza donde poder montar el caballete y dejar a la mente sosegada y en paz consigo misma para que pueda crear alguna bella imagen de un lugar bastante alejado de este caos urbano. La ventana contempla más rascacielos similares a este gigante de hormigón en el que habito. Duendes de imaginación corretean bajo la moqueta y me da por atraparlos de buena mañana. Pincel en mano. Barbilla en posición y paleta en el suelo. Allá abajo, donde el asfalto se funde con vehículos atolondrados y semáforos que bostezan ante la mirada perdida de cientos de viandantes, la vida parece tener prisa. Los suspiros corren entre los adoquines y las fachadas de los comercios tiritan de pesadez. De agotamiento vacacional en este sábado nublado. Rutina embotellada en amaneceres precoces. Hoy no es mi día de descanso. Pinto montañas para cubrir la falta de aire puro y limpio. Carencia de sensación de libertad en este mes de septiembre, a poco días de comenzar la verdadera rutina.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Espíritu nómada

No necesitamos un nuevo calendario. Ni una nueva pared para colgar el viejo. Pensábamos que el verano duraría más, pero aquí están las migas que deja el estío de este año movido por las ganas de viajar y las ansias de conocer nuevos lugares. Espíritu nómada que sigue latente en mí. Tendrá que esperar hasta las próximas vacaciones. O quizá hasta un fin de semana descosido de la rutina que me lleve a cualquier rincón de este mundo que llamamos nuestro. Atascos, lluvia en el capó y gritos de empresarios y ejecutivos trajeados, de mirada y alma cansada, que se cruzan entre los demás coches a las 7 de la mañana. Aparente tranquilidad rutinaria que descorcha nervios a las tantas de una tarde que parece no terminar nunca. Miro con buenos ojos este nuevo período laboral que se abre ante mí. Y doy gracias por tener que madrugar.

martes, 6 de septiembre de 2011

Contigo y nuestra perra Lea

El espacio de la furgoneta da para mucho. Nuestro can
no para quieto en todo el viaje y yo le hago
fotos. Te fotografío también a ti con las manos en el volante
y la barba llena de luz. El sol atraviesa las ventanillas y nos
 hace poner gafas para mantenerlo a raya. Te miro, y en el
asiento de esta vieja furgoneta estás mucho más
guapo. Te sienta bien la carretera y los viajes poco
planeados. Mi cámara guarda las líneas de la
carretera y los pueblos por los que pasamos para darles
vida sobre las paredes de nuestra casa. Qué bien sabe la
vida sobre estas cuatro ruedas desgastadas. Qué bien
sabe la semana vista desde un mapa. Calor. Verano
moribundo que aprovecho para viajar contigo a solas.
Contigo y nuestra perra Lea.

lunes, 5 de septiembre de 2011

Descanso


Subo las escaleras de dos en dos. Porque subirlas de una en una me parece una sandez y una aunténtica pérdida de tiempo. Cuando llego a la habitación estás desnudando tu arte frente a la guitarra. El perro, con la lengua fuera y la atención puesta en tus notas, mueve el rabo sobre tu cama deshecha.

Es el momento de un descanso. Deja de tocar esas cuerdas y toca estas otras, te digo cogiendo tu mano y dejándola caer con miedo sobre mis muslos. La ventana está abierta. Cae la tarde y es verano, pero en este lugar el tiempo es diferente. Hemos pactado con el clima y al anochecer nos da un respiro. -No queráis saber cuál es nuestra parte del trato-.

Los visillos de las ventanas me guían hasta tu espalda dibujada con esmero y dedicación en un fino lienzo sobre la silla de madera de tu habitación. La ropa está tendida y mis brazos alrededor de tu cuello. Vamos.

domingo, 4 de septiembre de 2011

El sol se apunta a desayunar con nosotros

Pantalones de pijama de color rojo. Mezclados con mis piernas desnudas y una alfombra que cubre gran parte del salón. Aquí amanecemos, ya por costumbre, todos los domingos de verano. Curioso es que nos metemos en la cama, pero saludamos al nuevo día desde el comedor. Tumbados en el suelo parece que lloviera sin tregua. Tumbada sobre ti parece que la mañana es más mañana y que el sol se apunte a desayunar con nosotros. Su calidez me acompaña cada vez que beso tu ombligo. O cada vez que charlas con mis caderas, no te dicen nada claro y decides seguir torturándolas a base de lametones. Olvidamos las llaves de la rutina bajo la mesita de la televisión. Hoy no hay más obligación que la de volver a memorizar las líneas de tu espalda. Los recovecos de tu pelo en los que anidan mis rodillas. O la sombra de dulces miradas que pagaste sin intereses a cambio de una eternidad con mis dedos. Un piano suena delicado desde la calle. Melodía de colores vivos que me deja adormecida sobre tu pecho. De nuevo. Otra vez. Otro día más. Miro el calendario y van ya 3 semanas de despertares intensos. Duerme conmigo siempre, que te escribiré sobre papel de sueños todo lo que te quiero hacer. Todo lo que quiero que me hagas. Buenos días, te digo mientras descorro las cortinas.

sábado, 3 de septiembre de 2011

Más bonita que nunca


Viste de blanco y hoy está más bonita que nunca. Él la observa acercarse con paso lento pero firme. La observa con ojos marrones y brillantes. Llenos de ilusión y felicidad. También de miedo. El largo pasillo parece no terminar nunca. Bajo la mirada de todos los amigos y familiares sigue avanzando. Realmente nunca la había visto tan guapa. Ni a él tan emocionado. Asusta, este paso tiene que asustar. Hoy es solo un día. El primero del resto de sus vidas. A partir de hoy -ellos no lo saben todavía- se querrán más que nadie en este mundo. Por fin llega ante él. Se cogen de la mano como la primera vez, en aquella montaña a finales de marzo. Y, al fin, ella le regala sus labios.

viernes, 2 de septiembre de 2011

El camino hacia tu barba

Después de sacudir ideas sobre folios en blanco
no me queda más que arrancarte versos de la espalda
y pintar con ellos la fachada de nuestra
casa. Para que el perro los ladre montaña abajo
y tu libertad me coma a besos todos los mediodías.
Qué difícil es contar todos los pasos, pero qué bien
sienta el camino hacia tu barba.
Hacia nosotros. Hacia tus tardes y mis madrugadas.

jueves, 1 de septiembre de 2011

Seguimos en la cama

Por fin, esta noche, brilla tu lengua sobre mi almohada
y tus párpados marcan los segundos de mi
insomnio. Un calor agobiante envenena
mis piernas. Pero tú estás sobre mis sábanas y el hielo
de tu sonrisa rebaja los grados de mi mente que se marchita
si no te piensa cada vez que escucho el motor de un coche.
Nos esperan las montañas y seguimos en la cama. Esta noche
el monte nos lo guardamos para nosotros entre bolígrafos
sin tinta y sudores en compañía. Me pinto las uñas de rojo
y te como a besos tu mañana de feroz estío.

miércoles, 31 de agosto de 2011

Mis rizos acariciando las olas de tu locura


Hasta que digas basta y las paredes se nos caigan encima. Hasta entonces seguiré encendiendo velas en las noches de tormenta. Seguiré escupiéndote piropos mientras te lavas los dientes y diciéndote tonterías antes de dormir. Si quieres me dejaré el pelo suelto, con los rizos acariciando las olas de tu locura. La desnudez de tus tejados es belleza pura y cálida. Mesitas con cajones que esconde mis cartas. Baúles llenos de ropa ajada y deteriorada donde he ocultado de tu vista los besos que te debo. La estufa ha aprendido bien su oficio de despojarnos del frío. Sabe saciar nuestra sed de calor -aunque nosotros nos apañamos bastante bien-. Todos los años se pierden calcetines. Nada tiene que ver con lo que aquí te escribo, pero las paredes blancas me gustan.

martes, 30 de agosto de 2011

Noche de verano

El aire arremete con fuerza contra la persiana
de la ventana de mi habitación. Me da por abrirla.
Es de noche. Un aire fresco y puro se cuela y seduce
a mi cuerpo. Huele a ropa tendida. A colada
recién hecha. Y a mí me recuerda al pueblo.
Al viejo verano que muere en mis brazos sin yo
poder hacer nada. Me recuerda a noches de bares
y copas. De cenas todos juntos. A oscuridad
necesitada junto a una espalda demasiado transitada.
Levita mi pelo. Las poesías de mis paredes se mueven
deseosas de volar hacia cualquier mano de
enamorado iluso. Y yo me duermo acunada por
el olor de esta brisa que arropa mis párpados esta
noche de verano. Y pienso en tu río. Y pienso en ti.

lunes, 29 de agosto de 2011

Trenzas en el pelo


Anoche conocí a una chica con trenzas en el pelo que
bailaba canciones de rock en la orquesta del pueblo. Llevaba
botas y una camiseta de tirantes larga. Con la música sonando
movía su cabeza hacia los lados mientras se mordía el labio
inferior y cerraba los ojos. Anoche conocí
a una chica con trenzas en el pelo que te miraba
con la mirada encendida. Que te tocaba con
el alma y rozaba tu espalda con suaves manos lejanas.
Anoche te vi de lejos acercarte. Anoche yo llevaba trenzas
en el pelo y tú me despeinaste lejos de la verbena.

domingo, 28 de agosto de 2011

Las lluvias surcan las tardes

Las bombillas de las farolas de la plaza callan su brillo. El día grita de nuevo y el sol asoma entre los bostezos de este valle que se despereza guiñándote un ojo. Pastores acostumbrados al frío de las mañanas acompañan al rebaño montaña arriba en busca de pasto. Las praderas de estos montes son incomparables. Deberías verlas en pleno mes de abril. Con sus colores elevados al máximo exponente. Con el olor a vida campando entre los árboles. Conmigo atrincherada en la espalda de la primavera. Las lluvias surcan las tardes ennegreciendo mis ojos. Escucho los ladridos de los perros indicando que anochece. Quieren pasear a mi lado por cualquier camino oscuro y deshabitado. La soledad de las montañas. La paz. La tranquilidad. La lejanía buscada y agradecida. Sí, agradezco a estos montes la compañía que me regalan de madrugada. Los miro. Me devuelven la mirada con los ojos húmedos y las hierbas cantando a la luna.

sábado, 27 de agosto de 2011

Luna

Luna, sálvame de esta nostalgia que araña mi interior con uñas afiladas. Bésame, luna. Luna de noche que ladra en mi oído poemas andaluces. Bigote de nieve blanca sobre mis caderas. Lengua de acento sureño con negros pintares de amor. Suenan las horas en tu honda mirada de espejismo nocturno. Me acompañas hasta el colchón donde temblaré de caricias. Tu bello cuerpo encandila. Me besas en la frente y arropas mis huesos con tu fino manto hasta que raya el día.

viernes, 26 de agosto de 2011

Hoy


Qué bonita tu risa cuando tu piel se acerca a mi piel. Qué
bonita tu barba cuando se enreda con mis labios. El Norte
abraza nuestras despedidas. Canciones susurradas
en frías mañanas que huyen como relámpagos.
Acompáñame en esta experiencia de olvido. De
 risa forzada pero sentida.
Cambiaremos las calles por sábanas. Hoy.

jueves, 25 de agosto de 2011

Bésame sobre el sofá rojo

Es un placer encontrarme con tu cuerpo cada vez que el sueño decide escaparse de mis redes. Te abrazo y sé que no puede pasar nada más. Me dan ganas de sonreír estas gotas de lluvia que arañan el otoño que pasea entre nuestras manos enlazadas. Paredes uniformes de gemidos se levantan fuertes con la vista hacia el cielo de nuestras madrugadas. Me subo a tu locura cuando caminamos por la playa y pisas firme la orilla mientras me miras a los ojos. Guardas el silencio entre tus labios y los míos. Arrópame entre escapadas espontáneas con tu coche y mi cámara. Acaríciame con cervezas frente a la chimenea más cálida del mundo. Bésame sobre el sofá rojo, bajo la manta verde que ve pasar todos los inviernos de estas montañas subida a lomos de nuestras caricias. Aplaude el contoneo de mis caderas con tus labios. Ven a verme de madrugada y observa mi pelo anidar en tu almohada.

miércoles, 24 de agosto de 2011

Te arropo el alma con mis pestañeos

Es la costumbre de dormirme en tu espalda. Ahora no hay quien
concilie el sueño sin ella. Entre las montañas de tus brazos me
meces todas las noches de invierno y mis ojos caen en
tu juego y siguen el camino que trazan tus
caricias. En el espejo se guardan las marcas
y señales de estas madrugadas aceleradas en las
que invertimos nuestras gargantas. La luna baila y
nos mira. Igual que te miro yo al despertar. Siempre soy yo
quien amanece primero y me encanta fotografiar tu cuerpo
desnudo cubierto de finos rayos de sol con legañas. Te lame.
Te besa. Y yo te arropo el alma con mis pestañeos.

martes, 23 de agosto de 2011

Desvelas mi cuerpo

Con tu juego sobre las mantas rompes mi sueño.
Desvelas mi cuerpo en esta
suave noche de estío. Entre trago de carnosos labios
y azúcar de piel bronceada voy
caminando enloquecida. Surco los embravecidos
mares de tu barba y los besos que esconde. Recorro tu
barbilla con mi dedo índice y miro esos ojos que me
esconden por las mañanas.

lunes, 22 de agosto de 2011

A silbarte canciones de rock

A lo bueno se acostumbra el cuerpo pronto. A que me despierte tu aroma. A madrugar con lasmontañas de compañeras. A silbarte canciones de rock. A tocarte cuando estás cerca. A pensarte cuando estás lejos. A respirar aire puro y besar el cuerpo invisible de la primavera. A trasnochar subida en tu luna. A contar estrellas en tu espalda. A navegar por las aguas de tus mañanas subida en barcos duros de hundir. A tu presencia en mi sofá. A tus manos en mis caderas. A ti.

domingo, 21 de agosto de 2011

Con cada parpadeo

Cuando llamas de madrugada. Cuando, en las noches que compartimos, dejas la televisión encendida para que yo me duerma. Cuando decoras la casa con cualquier objeto de madera que creas en el garaje. Cuando me arreglas la cama vieja -y se vuelve a romper-. Cuando te digo que no necesito armarios y dejo toda la ropa en un saliente de la pared que antaño se usaba para dejar el pan. Cuando abro de par en par las ventanas cuando llueve y me dices que lo que hago no es normal y que es eso lo que te encanta de mí. Cuando me confiesas entre cervezas que mi sonrisa brilla más que la luna. Cuando te miro y me miras. Cuando esas miradas duran más de 10 segundos. Me vuelves a enamorar con cada parpadeo.

viernes, 19 de agosto de 2011

Tan frío...

Concreté con tu espalda una visita cada segundo de mes. Hablé con tus ojos y me contaron historias de tus noches de desvelo. Me dijeron que estabas solo, que si yo podría hacerte compañía en diciembre. Lo cierto es que me encanta ese mes. Tan frío y blanco... De las reuniones con tu barba aprendí que vale la pena arriesgar. La vida está para eso. No te van a regalar nada. A veces se acierta, otras se falla. Yo acerté -o eso creo-. Me encuentro con tus labios todas las mañanas, pero al llegar el mediodía ya no queda nada. Resbalan por mi vientre en un segundo y se esfuman como si fueran perseguidos por una jauría de lobos hambrientos y agresivos. Las cinco bufandas que tienes en tu habitación me llaman en invierno. Aunque lo cierto es que tu cuerpo es el que llama a gritos a mis caderas para covijarse en ellas y sentir el calor de las madrugadas de enero. Nunca me cansaré de abrazar tus susurros. De contarte mis batallas de viajera incansable. De escuchar las tuyas. De dormir a tu lado cuando tengas miedo -y cuando no también-. De planear idas pero no venidas. De adormecer mis nervios en tus abrazos. De arañarte el alma a lametazos desiguales. De escribirte por no poder tocarte. De hablarte cuando estás aquí, entre mis párpados desiertos. Las escaleras de mi casa lloran la ausencia de tus pies. Les he dicho que en 2 estaciones estarás aquí. Ellas son más pacientes que yo.


P.D: He vuelto.

viernes, 12 de agosto de 2011

Verano

Al son de los pasos del verano. Me trata el estío de buena manera. Sigue sonando la vida. Y hoy, hoy, hoy... Hoy no me controlo y te como a bocados el sol. Te arranco la luna de cuajo y la meto en mi cama para diversión propia. Para alumbrarme las piernas a las 4 de la mañana y que sientas celos de su brillo blanco. La madera de mi cama, muy vergonzosa ella, te llama entre susurros y gemidos para que te acerques a mirarla fijamente. Sin gafas. Con pestañas de cielo oscuro y nublado. Y los cascabeles de mi vestido roto sonarán al alba y te acariciarán el pelo desigual que puebla tu alocada cabeza. Sé que caminas libre por el monte. Pero hoy llueve. Te roban la libertad que cargabas a la espalda. Era un peso débil. Estoy contando las rayas verdes de tu camiseta rasgada por los hombros. Me salen numeros impares así que no me queda otra que besarte hasta que termine el verano.

jueves, 11 de agosto de 2011

Solos

Solos. Solos frente a la luna de agosto que alumbra nuestros deseos y nos acomoda en la oscuridad de la montaña. Qué bien sabes de madrugada. Unos susurros casi silenciosos rasgan nuestro silencio. Levitan mis ganas de ti y surcan el aire hasta llegar a tu cuerpo. Sabes saciar mis deseos de la mejor manera. Por eso me encantas. Me encanta tu forma de sacarle lo bueno a todo -o a casi todo-. De reírte de la vida y de ti mismo. Sé que podrías irte ahora mismo, pero no lo haces. Por mí. Eres increíblemente bonito. Mis pulseras te buscan. Tus tatuajes me encuentran. Mis dedos acarician tu espalda. Lo hacen bien. Muy bien. Tus dedos ascienden por mis piernas como si de una pared rocosa se tratase y llegan hasta mis caderas -que llamas cima-. Quiero comerte entero. Esta noche sí. Me muero de ganas de peinar tu piel a besos. De lamer tus buenas noches. Tus buenos días. Todavía no amanece, tenemos tiempo.

martes, 9 de agosto de 2011

Pueblo

Qué calles, tan llenas ellas de vida como de soledad. Qué viento, oscuro y limpio que choca contra mi cuerpo. Qué casas. Qué puertas, tan deterioradas pero tan bonitas... Qué callejones interminables con paredes rocosas y colores estrechos. Qué rejas en las ventanas de los primeros pisos, tan peculiares y negras que atrapan la mirada. Qué pueblo, con tanto por contar como yo por escuchar. Se le desvordan las ganas de vivir. De seguir siendo el pequeño pueblo de poco más de 100 habitantes donde los niños en verano crecen entre un frontón y un lavadero. Donde el pan se vende por encargo y las mañanas mueren en el bar. Aquí, donde el invierno se atrinchera y permanece quieto, callado sobre los tejados de estas pequeñas casas con chimenea de piedra. Qué pueblo. Deseoso por ver caminar por sus calles a todos aquellos que vienen y van, que van y vienen. Donde el sol pide permiso a las montañas para salir y ponerse. Donde la lluvia me lame la piel. Aquí me quedo. Qué pueblo...

lunes, 8 de agosto de 2011

Verde, suave...

Solo cuando las montañas ya están despiertas puedo besarte el cuello. Deslizar mis labios rosados por tu espalda cuando estás tumbado en el monte fresco y somnoliento. Abrazar tus párpados con el aroma vespertino de los cerezos que nos miran con legañas en las ramas. Bostezan mis miedos. Ellos se duermen pero yo despierto. Te desperezas, también abres la boca y me dices "buenos días" mientras me acaricias las piernas. El suave viento de las mañanas de la montaña hace que me den ganas de bailarte el pelo. De acercarme a tu pecho y hacerlo mío. Hacer mía tu barba y retenerla entre mis dientes hasta que el horizonte se vuelva a oscurecer. El oxígeno que respiro de tus poros es tan puro como el aire de estos montes. Verde. Suave. Limpio. Sensual.

domingo, 7 de agosto de 2011

Te he soñado

Te he soñado con una mano en el volante y la otra sobre mi muslo izquierdo. Te he soñado junto a mi cama. Dormido. Te he visto en mis sueños sin camiseta y con el alma vestida de invierno. Me he soñado a tu lado, en una madrugada de abril, abriéndome el cuerpo a golpes de besos cortos sobre tu cuello. Te he soñado sobre mi sofá, frente a mi espalda, con la cámara en mano para captar e inmortalizar hasta el último de mis lunares. Te he soñado desnudo sobre la aurora. Te he soñado entre montañas suicidas que saltan al vacío de tus pelos de loco. Te he soñado y eso ya es suficiente para escribirte. Me he soñado soñándote entre realidades varias y fantasías sutiles.

sábado, 6 de agosto de 2011

Me besas las caderas

Es un placer contemplar tu desnudez a la luz de esta luna de agosto. Con gestos suaves paseo mis labios por tu ombligo que beso con cuidado para que no pierda su esencia. Mis manos peregrinan por tu recta espalda temblando de ganas. Subo a lo alto del atardecer mirando fijamente a tus ojos descoloridos pero brillantes. La playa sin mar y tú sin madrugadas. No lo entiendo. Es improbable. Digo. Tu barba suaviza la piel de mi pecho y envuelve mis piernas con lazos de fina seda. No llueve porque estamos jugando sobre las rojas sábanas de tu cama. Sale el sol curioso e intrigado por verte levantar la mirada hacia mi barbilla mientras me besas las caderas. Tus manos sobre ellas es la mejor sensación para una mañana de sábado. El viento mece nuestro apetito. Te como. Me comes. Dulce sabor a pasión descontrolada.

viernes, 5 de agosto de 2011

Si quieres

Si quieres  encierro esta noche en el armario de tu ropa para ponérnosla cuando nos plazca. Si quieres secuestro al viento y que te sople el flequillo mientras  duermes en las noches que no me desvelo. Si quieres me convierto en sol y caliento tu cuerpo a base de caricias. Si quieres cogemos mi furgoneta y ponemos nuevo rumbo hacia el Norte. Allí, si quieres, podremos mojarnos. Podremos tirarnos en la arena de alguna playa del Cantábrico y sentirnos más libres que el mar que nos mira de frente. Hacer el amor con sal en las pupilas. Todo eso... Si quieres.

jueves, 4 de agosto de 2011

Vendrá

Sonríele. Hazle cosquillas a mi verano. Acurrúcalo en un abrazo somnoliento y deja que cierre los ojos. No grites, duerme y otoño le mira. Canta canciones de cuna para estaciones agonizantes y moribundas. Otoño cogerá el relevo de estos meses estivales. Septiembre enloquecerá con su mirada. Le besará los días sabor caramelo. Vendrá. Se irá. Verano se esconde...

martes, 2 de agosto de 2011

Parpadea

En el pasillo hay un cuadro colgado. Es una fotografía en blanco y negro que hizo hace seis inviernos en Polonia. Todavía recuerda la buena compañía en la que estuvo aquellas 3 semanas. Pasa la mano por encima del libro que tiene sobre sus rodillas. Lo compró en un mercadillo del barrio. Siempre le han gustado esos mercadillos: artilugios de lo más variopintos, atigüedades con historias increíbles... Suspira mientras planea un nuevo viaje. Mira el calendario; parece no avanzar nunca. Tiene la sensación de que los días se acumulan en el primero del mes y hay que despegarlos y arrancarlos unos a uno con una cuchilla. El móvil suena, parpadea, vibra. En el bar de la calle vecina le espera el hombre por el que duerme a pierna suelta todas las noches. Beben el uno del otro. Viajan. Se aman.

lunes, 1 de agosto de 2011

A la luz de un mechero

Vive bajo la piel de un aventurero tímido. A sus años ya ha recorrido toda la costa de Andalucía. Camina mirando al cielo y sintiendo la libertad en la piel de los brazos. Los extiende. Es y se siente libre. De día pisa con firmeza el suelo andaluz que rodea su nómada vida. Arranca el motor y se pone en marcha hacia destinos sureños que descansan sobre alguna pared rocosa. De noche busca una buena compañía con quien resguardarse bajo el techo de su furgoneta. Esperando que cada joven muchacha que aterriza en su cama se marche al amanecer sin hacerle el desayuno. La radio nunca deja de sonar. Cantan para él artistas con voz rota y a la vez suave. Manos en el volante. Vaya pelos. Vaya cara adormilada y bonita. Él enmudece con cada línea discontinua de la calzada. Le gusta viajar y fotografiar los secretos de cada lugar que se abre ante su alma. Degustar la mejor gastronomía de cada ciudad/pueblo que visita. Siempre regresa con nuevas historias que contarme a la luz de un mechero. Yo le cuento las mías, pero nunca conseguiré superar la emoción con la que relata sus vivencias. Es mágico.

domingo, 31 de julio de 2011

A monte

Hueles muy bien. A monte. A verano lluvioso y tomillo mojado. A besos de escarcha sobre tu barba. Dulce aroma de montaña impregna tus manos que enredan mi pelo. Huele a tormenta pacífica tu espalda, tu pecho, tus hombros. Crece en mí el espantoso deseo de acercarme a oler tu aroma. Libertad es el perfume de tu alma. El verde de tus ojos sabe a noche estrellada sobre el capó de un viejo coche. Voy a mudarme a tus despertares. Voy a habitar en tus madrugadas. Viviré sobre el tejado de tu tímido verano.

sábado, 30 de julio de 2011

La clave

Cuando te pones la camiseta de rayas y te tumbas en el sofá me enamoras. No sé qué despiertas en mí cuando te pasas la mano por la barba y me miras. En ese momento las montañas que se levantan al otro lado de la ventana se ven mucho más verdes, más altas. Te tapas con la manta y me invitas a descubrir ese mundo que escondes bajo ella. Pienso que nunca viene mal algo de turismo. Y sabes que me encanta viajar... Con los ojos cerrados te susurro que, estando así, ya no puede pasar nada más. Que la vida bajo la manta es la única que quiero vivir. Que contigo en mi sofá no necesito más. Un poco de invierno. Un par de montañas. Alguna que otra sobredosis de aire puro. Una casa. Un sofá. Nuestra manta y tú. Tú. Eres la clave.

viernes, 29 de julio de 2011

Te escribiré

       Te escribiré alguna que otra postal para decirte lo mucho que te echo de menos. Lo mucho que necesito tus abrazos para calentarme en el sofá. Todos los días me preguntaré si estás bien. Si comes bien. Si duermes. Me preguntaré si todavía me recuerdas. Te escribiré con el boli con el que te escribía mientras dormías sobre mis muslos. No olvides los versos que son tuyos. 

Guarda siempre la pluma de mis verdades bajo llave. Te escribiré cada día de invierno para contarte que las mantas guardan tu calor entre los hilos amarillos. Pasearé por las montañas con miedo de tropezar y que no vengas. Este lugar sí que pierde sin tu presencia. Si el monte no escucha tu paso rebelde sobre él se enfada y gruñe de rabia. 

No beberé más cervezas en la cama. Ese placer conjunto lo reservo para cuando regrese y me estés esperando con dos birritas en la mano y un beso en la comisura. Me he traído la silla de madera con el cojín de rayas. Necesito sentarme en ella para escribirte al amanecer. Ya lo sabes. Los bares me echarán de menos a mí. A nosotros. Aquí son pocos los que me guardan el asiento. No los frecuento tanto como solía hacerlo de tu mano. 

Fotografiaré todas mis madrugadas, para que no te pierdas ninguna, para que luego las revivamos y no tengamos esa absurda sensación de haber perdido el tiempo. 

Volveré. De verdad. Feliz día... sin mí.

jueves, 28 de julio de 2011

Vino

Los besos detrás de la oreja son peligrosos. Son más nocivos si los escoltan dos botellas de vino y una cena en la casa rural del pueblo. Por eso te los doy en la mejilla, o en los gemelos, o incluso te beso la melancolía. No corro el riesgo de que me muerdas el cuello. Ni de que acabes con mi inocencia. Pero aquella noche ahí estaban las dos botellas de vino. Sobre la mesa. Descorchadas. Sangrando en nuestras copas. Nos las bebimos. Y te mojaste en mis labios.

miércoles, 27 de julio de 2011

Retumba, invierno

Aquí sigo. Mirando el cielo impaciente y ronco; presenta tormentosa paz en este delgado otoño que visita los árboles de nuestras montañas. Las viste desvistiendo todo lo que encuentra. Escucho música mientras escribo esto. Se me va la mirada por la ventana -cubierta, en parte, por las ramas de la gran morera que tengo frente al garage-. Me atraganto con la belleza del paisaje. Con sus habitantes. Con el sonido del río que riega nuestros oídos. Cuchichean las campanas de la iglesia a cada hora. Son hermosas. Retumba, invierno, retumba y blanquea mis días con tus suaves copos. Déjanos frente a la chimenea agonizando de pasión. Bésanos con tus gélidos labios de estación tardía. Ataca nuestro corazón nostálgico. No dejes que te olvidemos.

martes, 26 de julio de 2011

Amanece

A trompicones amanece en esta insana ciudad. La luz, con su pueril juego, rodea el cuerpo que no me acompaña en la cama. Tu cuerpo que una madrugada marchó y solo dijo que volvería. Amanece y me pesan los miércoles de deterioro. Me duele pestañear. Me hacen cosquillas las nubes de fingida paz que se aglomeran en el techo de este lugar sabor hierbamala. Las estanterías se iluminan un día más; tu foto sigue viviendo en ellas.

lunes, 25 de julio de 2011

Escondes el otoño

Háblame en tu ondulado idioma de tejado descosido y visagras oxidadas. Valvucéame qué es lo que ves desde tu altanera figura, donde se posan las cigüeñas a ver pasar la primavera. Escondes el otoño del tacto de todos nosotros. Lo emparedas entre tus ladrillos podridos de resguardar estaciones. Liberas las flores silvestres que te rodean y llegan hasta mí sus colores. Campanario de este pueblo mío, envejeces con solo mirarte. Te respiro en este viernes nublado y siento que te desgasto el alma. No llueve y te mojas: son lágrimas de esta plaza que no quiere verte desaparecer.

domingo, 24 de julio de 2011

Tan largo como las noches de agosto

Te acercas como esperando una respuesta por mi parte. Te acercas y me dices que sigo tan guapa como aquel verano en el que tú llevabas rastas y mi pelo era tan largo como las noches de agosto. No has cambiado nada. Los pendientes no se te han caído de las orejas y el piercing sigue acompañando a tu peculiar barba en el centro de tu labio inferior. Ojos verdes oscuros que alteran mis nervios -ya de por sí rebeldes-. Sigues mirándome igual que cuando querías comerte mis sábanas. No has cambiado nada. Me encanta.

sábado, 23 de julio de 2011

Dulces dedos

Paseante sobre piel de terciopelo. Finos rasgos de vergonzoso pudor dejan verse sobre tu rostro. Dulces dedos peregrinan por mis piernas. La ventana abierta y las montañas atentas. Mirad, altos picos nevados, mirad cómo el calor de un buen fuego aliña esta invernal noche y azota con fuertes pellizcos nuestros cuerpos sudorosos. Llamaradas de verde mirar llaman a tus párpados. Bebe. Ama...

viernes, 22 de julio de 2011

Ven

Si mi amor te acorrala no te asustes. Ven aquí. Ven, que mi tres de la mañana echan de menos a tus cuatro y cuarto. Ven y susúrrale a mi nostalgia que sigues vivo, que brindas cada noche con los pasos a mi puerta que no das. Echo de menos la jauría de besos indomables que pueblan tu piel, que poblaban la mía. Ven, que tengo que contarte lo que he hecho esta semana sin ti. No he vivido. He estado sobreviviendo con tu mirada pegada en los pies y tu sonrisa anidada en mi cuello. Tu barba me abre la ventana por las mañanas sin que estés delante. Las cervezas se destapan y me preguntan por tu lengua. Ven, que quiero amarte muy despacio para no desgastarte el cariño.

jueves, 21 de julio de 2011

Roca y mujer unidas en cuerpo y alma

Su piel bronceada destacaba en la roca y juntas creaban una fusión que encandilaba al resto de los amigos. Roca y mujer unidas en cuerpo y alma. Desde abajo observaban cómo iba escalando sin bajar la vista. Cómo sus dedos firmes se cubrían de magnesio y acariciaban la pared; casi podría decir que susurraban poemas en cada grieta con la que se encontraban. Piernas fuertes que no cesaban. Nunca lo hacían. Siempre en constante atención, preparadas para lo que fuera. Ella es así: adrenalina personificada con un toque de pasión en cada bocanada de aire que toma. Roca y mujer unidas en cuerpo y alma.

miércoles, 20 de julio de 2011

Llegas tarde

Sobre mis brazos pasean tus lunes. Cuando madrugas te veo cantar en el espejo. Sonrío sin que te des cuenta: con los ojos cerrados y las manos extendidas. Pierna derecha primero, después la izquierda. Ahora que llevas puestos los pantalones me da por quitarte la camiseta. Sabes que tu pelo me tiene enamoradísima. Sabes que tu barba me enloquece. Sí, lo sabes. Te lo he escrito varias veces. Muchas. Muchísimas. En la vigilia te respiro. Ve a trabajar. Llegarás tarde como sigas mirándome así. Para. No pares. Ya llegas tarde.

martes, 19 de julio de 2011

Luna

Luna llena. Redonda. Tan perfecta que duele. Almenos impacta. Asombra tanta belleza acumulada en un simple punto blanco en mitad del cielo nocturno. No puedo dejar de mirarla. Tiene una fuerza más poderos incluso que tu cuerpo. El brillo que llega a mis ojos se queda guardado en mí y no hay quien lo saque. Lobos con el hocico en su dirección. Desamores que pesan más si la luna está llena. Ilusos que recobran la ilusión con solo respirarla. Luna: única y espectacular. Luna salvaje que invade mi noche.

sábado, 16 de julio de 2011

Encuentro entre cielo y tierra

Las delgadas cortinas de macramé dejan entrever el brillo que el sol esparce por las montañas. Me dejo llevar y salgo a la terraza para formar parte de este encuentro entre cielo y tierra. Sol y montaña hacen el amor mientras una cálida brisa sopla sus gemidos alrededor del valle. Pongo las manos en la oscura barandilla que rodea toda la terraza, cierro los ojos y escucho las caricias del río sobre las piedras. Susurros. Pasos. Besos. Parpadeos lentos...

viernes, 15 de julio de 2011

Al compás de la rumba de tus sueños

Trepo por los muros de tu cuerpo y llego a las bellas praderas que atrincheran mi verde mirada entre paredes de excitación. Mis sentidos palmean al compás de la rumba de tus sueños. Crece en mí el peligro de echarte de menos y lo sufriré más que tú. Espero paciente sobre tu barba hasta que bajes por mis afluentes a bordo de la oscuridad. Volveré a desvelarte en todas nuestras madrugadas. A ratos sobre tu piel; a veces sobre tu alma. Pero siempre sobre ti.

jueves, 14 de julio de 2011

La tierra fértil de la montaña

Voy caminando dócil. Acariciando el camino que se abre bajo mis pies como un manto de eterna armonía. La frescura de las mañanas de verano envuelve mis diminutos pies que no se detienen. Sigo caminando tranquila. Los brazos desentumecidos se dejan caer sobre la hierba que crece a ambos lados de la vereda. Silencio. Viento perturbando la tranquilidad de pequeños insectos que se presentan sin avisar. Camino. Camino y pienso en la maravilla que tengo bajo los pies. La tierra fértil de la montaña. El agua que moja este valle y lo llena de vida, de vitalidad, de fuerza, de poder. Ensancho los pulmones queriendo llevarme hasta la última partícula de sol. Respirarlo. Amarlo. Mis pies continúan en marcha. Nunca se detendrán. Mi corazón se quedará en este campo de finos sentimientos y robustos árboles.

miércoles, 13 de julio de 2011

Una hoguera a ras del suelo

No me gusta el calor de esos radiadores pegados a las paredes que ni siquiera quedan bien. Prefiero una buena chimenea o una gran hoguera a ras del suelo, o un cuerpo -a ser posible humano- encendido. No me gusta que me abaniquen cuando tengo calor, pero sí que me soplen. No entiendo a la gente que espera que el mundo se mueva por y para ellos sin saber que son ellos los que deben mover el mundo y ponerse debajo para que no se caiga. Me encantan los ladridos de los perros a las nueve de la mañana y a las diez de la noche. Agradezco el color de los árboles en abril, pero me entristece parte del invierno en el lugar donde vivo.

martes, 12 de julio de 2011

Con mi brazo sobre tu espalda

Soy yo quien bombea tu corazón cuando se queda sin fuerzas. Soy yo el aire que recorre tu cuerpo todas las noches de verano. Abanico tu soledad imaginando que puedo vencerla. Soy quien, silenciosa, duermo a tu lado con mi brazo sobre tu espalda. Visto tu sonrisa con colores llamativos y bebo de tu silencio cuando no te das cuenta. Susurro en tus oídos palabras que jamás entenderás. Lucho a contracorriente contra el olvido y, de momento, voy ganando la batalla. Soy yo quien peina tu desgreñado pelo al despertar. Soy yo quien besa tu boca y tu barba cada madrugada que me lo pides.

lunes, 11 de julio de 2011

Enamora la vista y el alma

Una mujer joven con aires bohemios y desenfadados se distrae bajo la sombra de un árbol mientras pinta una vieja teja que rescató del montón que le sobró después de restaurar la casa que acaba de comprar en la montaña. La decora con motivos coloridos, estrellas y lunas que se dejan caer en forma de pintura. El pincel se desliza de una forma casi sensual. Enamora la vista y el alma. La mujer viste pantalones por la rodilla -casi diría que cortos- de un color rojo amapola y una camiseta blanca, algo ancha para su fina figura, a la que le cortó las mangas. Sus pies descalzos acarician el cemento sobre el que está sentada. Pelo largo y oscuro recogido en una trenza que cae hacia el lado izquierdo. Gafas de vista. Collares. Creo que lleva un piercing en la nariz, no lo sé, se gira de vez en cuando. Es guapa.

domingo, 10 de julio de 2011

Háblame de las noches de Andalucía

Salpícame con tu luz. Deja abierta la ventana por si me apetece ir a darte un beso de buenas noches. Camina en mi dirección. Susúrrame versos del Sur. Cántame las canciones que hablan de escapadas, de huídas, de destinos variables. Llévame a pasear por la playa. Muéstrame el silencio de la montaña. Encierra en un tarro de cristal los kilómetros que nos quedan por recorrer y espárcelos sobre todos los calendarios que colgaremos en la cocina. Háblame de las noches de Andalucía. Enséñame los horizontes de pasión que peregrinan por tu mirada. Déjame despertarte todas las mañanas.

sábado, 9 de julio de 2011

Ensordecedor

Callada. En silencio. Escuchando la música que viene de la radio que instalé en el garaje hace ya muchos años. En compañía de un viento fresco que se lleva el calor de mis piernas. Resguardada bajo el árbol centenario que custodia la casita blanca donde vivo. Solo un segundo. Un segundo que aprovecho para levantar la mirada y disfrutar de las montañas que también bajan su vista para saludarme desde allá arriba. Es increíble. Ni una nube rasga el azul celeste que cubre todo el paisaje. Lo encubre. Lo abraza. A pleno día se puede percibir ligeramente la silueta de la luna. Luna y sol juntos en el mismo cielo. Noto cómo se miran de reojo insinuándose mutuamente. Silencio en las calles. Son las cuatro de la tarde, es viernes, y no tengo cosa mejor que hacer que encandilarme con el verano que ya invade a todos los animales, a las tejas de las casas que veo bajo mis pies, a los habitantes de este pueblo... Cabalga la brisa sobre mi cuerpo. Se incrusta entre los árboles y les da la vuelta susurrándoles maravillas. Maravillas que yo también escucho.

viernes, 8 de julio de 2011

Regreso

El regreso a la vieja casita del pueblo no ha sido como esperaba, ni mucho menos. Nada más atravesar el portalón que resguarda el interior de la casa me han venido a visitar viejos fantasmas, buenos recuerdos del pasado plagados de nostalgia. Recordé todos los veranos que me pasé con la abuela bordando las camisas de los valientes del pueblo. Las largas tardes de juegos de mesa que compartíamos el abuelo y yo antes de que me dejara sola frente a la baraja de cartas... Hacía tiempo que no pensaba en lo feliz que fui en este lugar; en esta casa, con los abuelos. Cuando, cada domingo, madrugábamos como si tuviera que ir al colegio y nos íbamos caminando hasta el pequeño embalse donde respiraban los renacuajos y pasábamos el día allí. Comíamos en mitad del monte. Jamás me ha sabido mejor la comida en otro lugar.

jueves, 7 de julio de 2011

Buenas noches

Todo duerme. Madrugada en la montaña. Ya no maúllan los gatos. El silencio acuna los oídos y acaricia las ganas de soñar. Tú también duermes. Quizá solo el canto de los grillos rompe en diminutos pedazos la paz de esta noche. Pedazos tan microscópicos que ni se perciben. La oscuridad, poderosa, arranca -casi de cuajo- los ladrillos de sol que hace unas horas decoraban estas montañas. Brillo de oro. Los perros descansan al amparo de las estrellas, con un ojo en guardia, atentos pero a su vez sosegados y con la respiración acompasada. Melodías nocturnas. Sol de noche: brillo de luna. Las fuentes resuenan débiles. El impaciente sueño ensordece los sentidos que claman descanso como locos. Mañana, a primera hora, volverán a maullar los gatos. Hasta entonces, shhh... Están durmiendo.

miércoles, 6 de julio de 2011

Puertas entreabiertas

Aquella mañana decidí llevar a la realidad mis no tan absurdas fantasías de descubrir lugares desconocidos que revoloteaban por mi cabecita y me hacían el sueño imposible. En esa "escapada" -como me gusta llamarlo- fue donde te encontré. Ibas con tu perro paseando por el camino que conectaba el pueblo donde vivías con el siguiente donde vendían pan -yo, muerta de hambre, me dirigía allí para comprar 2 barras-. Tu mochila sobre los hombros me llamó la atención, parecía realmente pesada. Me hizo pensar que te largabas de casa y llevabas lo indispensable dentro de aquella tela, resguardado por una cremallera que a duras pensa cerraba bien. Por aquel camino no paseábamos nadie más que tú, tu perro y yo. Yo alejada bastante de ti, aunque lo suficientemente cerca como para distinguir las facciones de tu rostro y caracterizarlas de espectaculares. Me pareciste el tío más guapo del mundo nada más verte. Decidí acercame más y fingir una sed horrible. Ahí apareciste en escena. Me ofrecite una botella de agua helada con toda tu amabilidad y no sabía cómo agradecértelo. Entonces me salió un "gracias, me llamo...", te dije mi nombre y me respondiste con el tuyo. Entonces empezamos a hablar de nuestras vidas, de nuestro pasado y presente. Te conté que había decidio abandonar la ciudad. Que me tenía harta tanto gris. Que deseaba locamente encontrar un lugar como aquel, en mitad de la montaña y que la tranquilidad cubriera cada partícula del aire que ahí se respirara. Luego, con mi curiosidad al borde la desesperación, te pregunté por la mochila. Te reíste y me explicaste que a ti también te apasionaban estos lugares. Que necesitabas evadirte del resto del mundo y caminar con tu perro para olvidar lo rara que se había vuelto esta sociedad desde hace años. No te dejé que pararas de hablarme de ti y continuaste diciéndome que dentro de la mochila únicamente llevabas material de escalada y que habías quedado en el pueblo vecino con unos colegas para pasar el día sobre la roca. Me propusiste que fuera contigo, que tus amigos me caerían bien. Todavía sigo pensando qué habría sido de mí si hubiera rechazado la propuesta. Hace 3 años de eso. Y me encanta despertar junto a ti y escuchar el ladrido de nuestro perro que nos dice que ha amanecido.

martes, 5 de julio de 2011

Fotos, nubes, sol, mar y viento

Por fin se había dado cuenta y estaba decidido a dejarle anidar en sus noches. Era verano y ya se sabe lo que dicen de estas noches: las más increíbles y mágicas. A esto le sumo un paisaje de folleto de agencia de viajes, una luz exquisita y una compañía inigualable. Cenar era algo que habían planeado hacer juntos pero siempre, por una cosa u otra, terminaban variando sus planes y relegando la cena a noches venideras. Él vivía en un apartamento frente a la bahía, al sur de la ciudad. Ella acababa de salir de conquistar las olas y llegaba bajo un manto de sal y olor a mar que le volvía loco. El resto pasó lento, muy lento.


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-Parar el mundo
-¿Parar el mundo?
-¿Nunca has parado el mundo?
-¿Qué es parar el mundo?
-Parar el mundo es alimentarse de buena literatura, de buen cine y, 
sobretodo, de la conversación de una única persona que te inspire en este mundo.
("Si tú me dices ven lo dejo todo... pero dime ven" - Albert Espinosa)

domingo, 3 de julio de 2011

Recuerdos futuros

 Las luces de la habitación parpadean con cada relámpago. Asomada a la ventana observo cómo se iluminan las montañas. Le sigue un trueno ensordecedor que suena como si rugieran leones celestiales. Atraviesa mis tímpanos y desgarra mi interior de la forma más bella. Esta noche llueve. Un viento feroz acaricia las hojas de los árboles. Sigue tronando. Me gustan este tipo de noches, y más en la montaña. Invitan más que nunca a dejarse caer sobre el sofá con la manta hasta el cuello, una buena película en el televisor y él ocupando el hueco que sobra en el sofá. Las luces no paran, parpadean intentando llamar mi atención o exigiendo que las apague. Lo haría. Sí, lo haría si estuvieras tú aquí.

sábado, 2 de julio de 2011

Vuelvo a casa

El calor de tus ojos participa de tu encanto. Rememoro el gris invernal que a veces se colaba por la trampilla para perros que instalé en la puerta de la cocina hace 3 años. Veo el amanecer que nos desnudó por completo cuando yo únicamente quería besarte las noches de abril. Alzo la vista y mis ojos tropiezan con el camino de estrellas que te propuse seguir. A pesar de todo, sigue lloviendo hacia abjao y tu calor sigue sonando a blues. No me imagino una tarde sin tus manos en mis rodillas; sin tus besos en mi cuello, ni sin los míos en tus labios. Olvidé decirte cuánto me cuesta alejarme de ti, pero sigue siendo mucho. Deslízate sobre mis inviernos...

viernes, 1 de julio de 2011

Pasé por nuestros bares

El cartel iluminado del concesionario de la calle de enfrente me recuerda que todavía sigue viva mi parte de esta ciudad. Mientras contemplo la huella que ha dejado el tiempo en estas desoladas calles, una voz rasgada canta al amor en la radio, en una emisora de música de aquellos 80... Dulce melodía para estos meses costosos de atravesar. Decido bajar la persiana y tumbarme en la cama, con la música todavía haciéndome compañía. A escondidas desvelo el secreto de mis sentimientos. Vuelan los miedos. Muy lejos. Las cuatro paredes que me arropan consiguen hacer de este lugar una necesidad. Consigo mantener mi cuerpo y mente en calma y, sin embargo, ha pasado un huracán. Odio el grito del silencio, tan claro y fuerte como las aguas del Mediterráneo, por las que navego a bordo de tu espalda.

jueves, 30 de junio de 2011

Común

Se avecina tepestad. Se me va la vida tras el vendabal y la mala costumbre de mojar mi deseo de verte. Tarde de lluvia, de tierra mojada y calles silenciosas mirándome con llanto en las fachadas. Esta mañana de otoño me trae buenos recuerdos de mis noches en tu pecho, contando lunares con los dedos de pies y manos. Dime qué buscas en mis domingos, dime. Mil historias encarceladas en botellas ajadas de cerveza. Donde un tiempo habitaban los besos ahora hay mucho más. Llueve. Mi colchón se moja y el agua baña mi balcón y mi no-soledad: muchas veces más dañina que vivir a oscuras.

...

"Era un plan para doce. Sois trece, apañaros como podáis."

miércoles, 29 de junio de 2011

Va despuntando la mañana

Saludó al vecino que entraba por el portal mientras ella salía con la maleta en la mano, le agradeció que le sujetara la puerta y se marchó. Miró el móvil: no llega tarde. La estación de tren está a un cuarto de hora en autobús de donde ella vive. Con el billete en la boca, la maleta en la mano derecha y en la izquierda el móvil llega al andén esperando a que venga su última oportunidad para escapar. Se sienta en el único banco que está vacío y piensa qué es lo que está haciendo, por qué, de forma tan radical y repentina, decide dejarlo todo e irse lejos. Pocos minutos después se sienta a su lado un chico joven, moreno, con los ojos claros y barba de pocos días. Le pregunta si tiene fuego y ella le señala el cartel que tiene detrás: "Prohibido fumar". "No, si no fumo. Solo quería acercarme a ti y no sabía qué decirte", le dice él. Ella le pregunta qué tren espera y coinciden en el destino y en el motivo de cogerlo. También huye, huye de él mismo y de sus propios miedos. "¿Sabes? - dice ella - ¿Por qué no nos vamos juntos al sur, a las playas de Andalucía, a Cádiz, y olvidamos la mierda que nos hace escapar sin rumbo fijo? ¿No te gusta el sur? Con ese olor peculiar y su luz, sobre todo Cádiz, playas mirando al Atlántico... Venga, vámonos. ¿Para qué ir a dónde queríamos ir?". Sorprendido acepta sin más; "esta chica me gusta...", piensa. Cambian los billetes, llega su tren. "Espera, ya te cojo yo la maleta".

martes, 28 de junio de 2011

Verdes y llenas de vida

 Al final de la calle se levanta una casita blanca con dos balcones presidiendo la fachada y flores de todos los colores adornando la puerta. Dos sillas de madera acompañan al perro que descansa tumbado a la sombra del árbol que hay enfrente. Detrás de la casa ruge la belleza de unas montañas verdes y llenas de vida, que desde lo alto son testigo de cada amanecer. Todavía son visibles algún que otro charco que nos dejó la lluvia ayer por la tarde. Hoy el sol alimenta la mirada.

lunes, 27 de junio de 2011

Lea

El ladrido de Lea la despierta, todavía son las 10 de la mañana y la noche de ayer fue larga. Pone los dos pies en el suelo. Bostezando se acerca a la terraza para abrirla. Descorre las cortinas, sale en pijama, cierra los ojos y estira su cuerpo al sol. Brazos extendidos. Coge la goma negra que tiene en su muñeca derecha y recoge su melena en un moño rebelde jugando a desafiar la grabedad. Lea se acerca a ella, también sale a la terraza y estira las patas traseras mientras lame su oscuro hocico. Se deja acariciar por manos recién amanecidas, pero suaves. No cambiaría esas manos por nada del mundo. Las lame como diciendo "yo también estoy aquí". Ya estamos todos despiertos. Vamos a desayunar, Lea.

sábado, 25 de junio de 2011

Carretera y manta

Conduce con las manos firmes en el volante y la mirada fija en el asfalto que sus ruedas desgastadas arañan con ferocidad. Hace semanas que no se afeita su canosa barba y meses que tiene un brillo melancólico en la mirada. Reduce la velocidad y tuerce la vista hacia su derecha, se encuentra con un asiento vacío. Ya no está ella, hace tiempo que no está. Ya no hay nadie que le sujete los mapas cada fin de semana que decide salir con la furgoneta a donde la aventura le lleve. Ella se marchó pero su olor sigue en el asiento del copiloto dispuesto a recordarle al viejo de la barba que su chica sigue ahí aunque no esté. Pone la música que siempre les erizaba el bello de los brazos cuando el motor comenzaba a rugir sin descanso. Pisa el acelerador cantando a viva voz el estribillo de su canción: la banda sonora de sus viajes. Sujeta el volante con la mano izquierda y acerca la derecha a la guantera para buscar el turbante que ella usaba siempre para recogerse el pelo o como adorno en la muñeca. Lo coge y lo pone sobre el asiento que ocupó durante tantos años. Ella se ha ido, ahora es el momento de continuar a solas el viaje.

viernes, 24 de junio de 2011

Bébete el mar

Aprieta el calor y las cervecitas en la playa empiezan a llamarnos. Tardes sentada en la orilla con el mar a mis pies, cubriéndome de sal y haciéndome sentir libre. El sonido inconfundible de las olas chocando ferozmente contra la roca. Rodeo mis piernas con los brazos y apoyo la cabeza sobre las rodillas. Dejo a la brisa mediterránea jugar con mi flequillo y acariciarme el rostro con suavidad. Los ojos medio cerrados, intentando mirar solo lo bueno que este junio me deja. Sol feroz por todas partes y un ramillete de cervezas refrescándose en el agua atado a la pequeña barca azul. Un trago más de vida. Salud.

jueves, 23 de junio de 2011

Ya está aquí

Tras bajar las escaleras de piedra, puedes ser capaz de contemplar las montañas más maravillosas del mundo. Asomarse a la ventana es totalmente distinto. Asomarse a la ventana es asomarse a otro mundo. Color, olores nostálgicos qe proyectan en un rinconcito de tu cabeza aquellos veranos de guerras de agua y colchonetas inchables a las cuatro de la tarde. Veranos que duraban y duraban... Sueños de medianoche en lo más alto del pueblo; con una manta bajo la espalda, contando estrellas fugaces sin tener muy claro qué deseo pedir. Libre. Mirar al cielo con rabia cuando se ennegrece, pero desear que caiga la lluvia del siglo y nos refresque este agosto infernal. Caminar bajo la lluvia hasta el bar, refugio por escelencia. Todas las noches, todas las mañanas. Contar y recontar los días de una cuenta atrás que empezó al final del pasado verano. Desgastar el calendario. Ya no queda nada. Ten paciencia.

lunes, 20 de junio de 2011

Madrugadas recurrentes

Desde la ventana se ven las pequeñas casitas de pescadores que pueblan el principio de la playa. El mar se antoja cercano y cálido, acogedor. Lugar de trabajo de muchas generaciones que regresaban a casa con un peculiar olor a sal. Manos cuarteadas de tejer redes de pesca, de limar la pequeña barca que hace de transporte laboral, de pintarla de un azul mar... Todavía se puede ver el grupo de mujeres que espera en silencio sobre la orilla, mojando sus pies con el agua de la despedida. Ellos volverán. La madrugada es fría y la brisa acompaña a los ojos desvelados y atentos al oleaje. Llueve, llueve y se mojan los miedos. Desnudos quedan los minutos y se resisten a pasar, acongojados por confirmar un mal presagio. Amanece la marea y ellos volverán.

jueves, 2 de junio de 2011

My name is Luka

Acusar al viento de mi felicidad sería demasiado precipitado, tú también llevas parte de culpa. Son tus besos sabor montaña los que enganchan de madrugada. La llamada del placer viene con número desconocido, pero me encanta saber que has sido tú quien ha pulsado el botón verde. Se me da fatal echarte de menos entre cerveza y cerveza cada tarde de sábado que tienes que irte más pronto (por motivos que únicamente son nuestros). Se me da realmente mal. Tus cosquillas en mis piernas se funden y entremezclan con nuestro vello erizado y unas ganas locas de compartir aliento. Otro trago más para estas 04:00 a.m (hora local). Se nos va a emborrachar la noche y dormiremos sobre colchones de vida en lo alto de alguna montaña con olor a tranquilidad. Acurrúcate en mis viernes y ponte cómodo, porque va a ser mucho el tiempo que pases en ellos.

martes, 31 de mayo de 2011

Se mojan los cristales

El tacto de un efímero beso de abril sumerge mi memoria en océanos de nocturnidad prolongada y playas de enérgica paz. La luz se ausentaba. Un cántico hermoso, procedente de las cabañas, daba el toque perfecto a esta velada primaveral. Sombras de nostalgia recorrían el salón, tiñendo de oscuro tu alma rebelde. Sube, que te llevo al mar a ver desaparecer la tristeza entre las sutiles olas. Calma crónica. No deberías sospechar de mi abanico de flamenca. No debería arrancarte el amor para esconderlo en el corazón de otra, de otra mañana con sabor a ti. Sube, que te llevo al mar.

sábado, 28 de mayo de 2011

Martes

La chimenea blanca preside el comedor de suelo rojizo. El fuego calienta este mes de enero y tú calientas esta fría alma que tirita cuando estás lejos. De las paredes, del mismo color blanquecino que la chimenea, cuelga un cuadro de la iglesia del pueblo, y un ajado calendario que dejó de contar los días hace más de dos años. En la cocina, la soledad palpita en cada cuchillo oxidado, en cada tarro de especias. Todavía quedan sartenes en el fregadero, después de tanto tiempo. Raídos están los trapos tras el asalto de pequeños roedores que merodeaban la casa mientras la luna clamaba libertad. La lucha ya no está ahí fuera. El cielo ha quedado en silencio. Todo calló.

lunes, 23 de mayo de 2011

Solete

Cada día el cielo está más azul y los pájaros anidan más cerca del suelo. Se acercan los días de verano. Ya están aquí las intensas madrugadas sobre la fina arena con vistas al Mediterráneo. El sonido de la lavadora centrifugando con mis camisetas de tirantes dentro. Las intensas lluvias impredecibles que entran sin avisar en estas calles pisoteadas. Los atardeceres con sabor a tu barba y el tacto melancolía que encierran tus camisas. El mar nos llama de lejos y las montañas gritan nuestros nombres. Ya vamos. Cuanto menos lo desees, antes llegará. Los despertares verdes en mitad del campo, con el sol pintando de felicidad mi cuerpo y las cortinas avisándome de que ya puedo despertar. Huele a libertad. Los gatos se acercan a la puerta entreabierta para buscar algo de comer, aunque a veces se conforman con las moras de la plaza. Los árboles rasgan las ventanas llamando nuestra atención y tú subes mis escaleras de dos en dos. O de tres en tres. Otras veces las bajo yo. Verano. Agua. Mucha agua. Un río de fresca corriente rodea mis pies. Sensaciones inefables que me llenan desde julio hasta septiembre.

sábado, 21 de mayo de 2011

Quieres identificarnos, tienes un problema

Ya no importa tanto que descubra cada mañana tu cuerpo a mi derecha. Tampoco importa el sol en tu espalda ni que haya conseguido rimar montaña con tus ojos. No importan las historias de despedidas que contábamos entre risas pensando que jamás seríamos protagonistas de una, y mira... Ya dan igual los atardeceres rojos y los recodos del camino. El canto de libertad que escuchábamos entre olas no me interesa, ni siquiera los faros que exploramos. No importa la risa escondida en nuestro tercer cajón, ya ni si quiera importa el cajón. Subíamos a una velocidad alarmante, ya nos lo advertimos. Tarde o temprano teníamos que ver el suelo. Demasiado cerca, demasiado... Pero sonríe, muchacho. Sonríe porque quedan muchos domingos de birritas bajo el sol. Queda montaña. Quedan primaveras y cerezos, y lunas llenas en Madrid. Quedan teclas y tus dedos, bonita mezcla. ¡Vamos! Nos esperan conciertos a la luz de la madrugada y madrugadas a la luz del olvido (y del recuerdo). Tenemos que seguir aguantando. Las carreteras nos quieren ver juntos, no querrás defraudar al asfalto. ¿Verdad?

domingo, 15 de mayo de 2011

A orillas de tu silencio

       Ahora que anochece y llueve, se hace más visible tu presencia. Hago balance de estos últimos días. Me doy cuenta de que nadie es imprescindible en la vida de una persona, pero me haces sentir... No sé, es hablar contigo y sonreír.

       Tu distancia reaparece como la flor del cerezo en primavera, puntual como las campanadas de una abarrotada Puerta del Sol. Sigo indagando en estos días y te veo descorchando la belleza de todos los amaneceres que compartimos en la montaña.

       Desde el quinto piso de este bloque rojo ladrillo vislumbro los verdes caminos que recorreremos ayer (o recorrimos mañana). Sigue lloviendo y me parece la danza más bonita nunca antes tan admirada por estos pequeños ojos que hoy la ven como una salvación. Dulce salvación nocturna que llega en el momento preciso. Gracias.

       Empeñada tu silueta en aclarar las estrellas, que iluminan mi desvelo, a las 3 a.m. de un sábado inquieto por el retumbar del cielo. Vuelve a nombrarme de madrugada, cuando solo tú y el silencio de las calles erais dueños de mis besos. Llama el invierno a este mes de mayo. Bienvenido.


sábado, 14 de mayo de 2011

Regamos los campos con nuestro sudor y ya empiezan a florecer

Era verano y llovía. Me asomé a la ventana para ver si seguían mojándose las montañas y de repente te vi. Corrías calle abajo con la capucha puesta buscando un lugar donde resguardarte. Estabas guapísimo. No te volví a ver hasta una semana después, cuando nos cruzamos aquella mañana en la plaza del pueblo. Yo paseaba, tú volvías a casa con los ojos cerrados y casi arrastrando los pies. Nunca te dije nada, estabas tan lejos a solo siete casas de mí... Me aficioné a mirarte por las noches en todos los conciertos. Te veía beber cervezas. Una tras otra. Te veía fumar descontroladamente y bailar con chicas que me caían fatal. Yo movía los labios siguiendo una canción mientras parpadeaba sobre tu boca. Sigo con aquellos veranos en mi mesita de noche, y con la foto que te hice a escondidas el último día de agosto. La última vez que te vi me mirabas sonriendo y te lamentabas de no haberte dado cuenta antes.

martes, 10 de mayo de 2011

Creí verte gritar

Sobre la frágil madrugada de este mes de abril descansa el humo de tu cigarro. Nace en tu boca en forma de vocal. Me apeteces. Tumbado en el colchón iluminado por el sol le cuentas al aire que tu alma se está muriendo. Llega tarde este amanecer. Sigues bañando tus pulmones de alquitrán, cerrando los ojos para verme mejor el corazón. Demasiado oscuro. Todavía llevas puestos esos deteriorados vaqueros que cubren parte de tus piernas a base de agujeros. Torso descubierto. Vida rasgada. A pesar de todo sonríes. Aflora el rock en la vieja minicadena.

domingo, 8 de mayo de 2011

Caminar por una calita y mojar de mar tus pies

Me gusta verte despertar y sentir tu barba en mis labios. Me gusta la forma que tienen de mirarme tus ojos recién abiertos y tu "buenos días" susurrado. Después vienen las primeras caricias del día, las mejores. Frente a la bahía el olor a café se funde con el olor a salitre y te pones más guapo. La sinfonía de azules que presentan el mar y el cielo invita a besarte la comisura de tu silencio. Eres el mejor de los desayunos; sabes como ninguna tostada. Tu barba es increíble, me gusta tanto besarla... Luego llega tu boca. Quieres salir a la playa, pero antes conviertes la habitación en una leonera: sábanas blancas en el suelo, el almohadón doblado de cualquier manera, mis pelos, los tuyos... Me gusta amanecer y acariciarte la espalda antes de abrir los ojos. Me gusta tu olor a playa desierta.

sábado, 7 de mayo de 2011

A base de rock y cervezas

Las botellas de rock se derramaban por el pegajoso suelo del garito. Sonaba la música tan alta que los oídos gritaban de dolor, y de pasión. Estabas tan cerca que respirabas por mí, y yo por ti. La oscuridad de aquel antro era perfecta. Siempre había pensado que tu pelo era lo más bonito que había visto, y bajo la negrura y entre mis dedos todavía más. Te fumaste el último cigarrillo del paquete antes de salir pitando de allí. Llegábamos tarde a la cita con la madrugada. Pasaban ya de las 05:47. Las carcajadas resonaban dentro de las fábricas abandonadas de tu antiguo barrio y los besos se escondían entre los escombros. No recordabas en qué lugar de la ciudad habías aparcado tu moto, pero eso era lo de menos. Acariciabas mi pelo y susurrabas que querías más. Terminamos en el suelo de un garaje sobre colillas encendidas. La noche se estaba muriendo.

viernes, 6 de mayo de 2011

Los campos de ayer

 Los campos esperaban a que despertáramos para tumbarnos en ellos hasta la hora de comer. Siempre un cálido sol nos peinaba con manos delicadas, contra un viento que enredaba nuestro pelo. Nos encantaba escaparnos hasta las verdes praderas sin decir nada, por la puerta de la cocina a plena luz del día. Nunca hicimos nada diferente, pero cada día era mejor que el anterior. La hora de comer se retrasaba siempre, hasta que no venían a buscarnos no nos movíamos y aun con el brazo de mi tía estirando de mí era difícil resistirse al prado. Arrancaba la hierba y la metía en mis bolsillos, entre cada cucharada de sopa acariciaba los rastrojos que había llevado conmigo. Fueron nuestros mejores tiempos, pero las coletas de aquella niña se deshicieron hace años.

miércoles, 4 de mayo de 2011

Arenas sin playa

Podría escribir sobre lo mucho que alumbra la luna cuando el sol decide largarse, pero prefiero ladrar palabras sobre la temeridad con la que tus ojos se posaban en los míos. El peligro que suponía un pequeño cruce de miradas cuando volvíamos a casa en el mismo vagón de tren. La estación vacía, como tus años de vida montañera. Los baños de aquellas vías sabían mucho mejor de lo que ambos esperábamos, y repetíamos cada vez que nuestros ojos coincidían en las mismas ventanillas. Luego si te he visto no me acuerdo, pero nos gustaba tanto... Deben de haber pasado años desde la última vez que el tren se detuvo en nuestra estación. Sin embargo, el recuerdo de cada parada sigue traqueteando.

martes, 3 de mayo de 2011

Olvidaste pintalabios en bocas que no eran la mía

Si te faltan sonrisas, llámame, da igual que sea de madrugada, siempre tendré una preparada para ti, de las buenas, de esas que tardan en caducar y se dejan ver sin vergüenza. No importa si has olvidado reir, puedo darte clases particulares, pero solo de lunes a domingo y bajo el árbol de mi calle. Voy a enseñarte a reir a carcajadas y a envirme sms las noches de sábado que no esté en los que digas que te acojona el frío, el frío sin mí. Atraparé una hora para que el tiempo que compartamos sea más largo, te enseñaré a capturar minutos y así tendremos una eternidad de frío bonito. Tiraré poemas desde mi balcón y esperaré que vuelen alto y entren por la ventana de tu habitación para que te digan todo lo que por teléfono no me atrevo. Aprenderás a señalar todas las calles que quieres pisar conmigo y yo señalaré todas las montañas que nos harán de cama. Cambiaré cuatro recuerdos por cuatro estaciones a tu lado, y dejaré al invierno calentarnos sin chimenea, al verano acariciarnos con las manos heladas, al otoño le dejaré vestir los árboles y a la primavera no le diré nada. Buscaré mil besos entre los sobres de las cartas que no pude enviarte y me los meteré en el bolsillo para cuando estés cerca, podrás cogerlos si quieres. Saltaré todos los charcos que encuentre y llegaré hasta tu puerta con momentos en blanco que escribiremos a escondidas.

domingo, 17 de abril de 2011

Montañas encendidas

Mirando el fuego desvanecerse en la chimenea me viene a la mente una casa llena de calor en meses invernales y una pareja en el sofá con el amor encendido. Esta época es buena para echar de menos, o echar de más... La chimenea calienta, incluso cuando se viste de ceniza. Esta noche dormiré con una manta menos, me gusta que la sustituyas, mejor tú que otra manta áspera sin caricias nocturnas. La música no se quiere perder la noche y nos acompaña atenta desde el fondo del salón, arde también. Arde la habitación entera y nosotros con ella.

lunes, 11 de abril de 2011

De par en par

No sé exactamente a qué me recuerda el aire fresco que entra por mi ventana, pero me transporta a viajes constantes en avión hacia tierras desconocidas, a una vida con despertares azules todos los días. Cada vez que una ligera brisa mueve mis cabellos asomados a la ventana mi mente imagina atardeceres en las montañas sentada en una roca en medio de la nada y sin nadie a mi alrededor. Yo sola. También enmudecen mis recuerdos italianos que se convierten en imágenes casi reales proyectadas en el edificio de enfrente. Con la ventana abierta se me viene toda la nostalgia de golpe, toda mi habitación se inunda de ella. Busco un rincón al que huir, pero no quiero cerrarla, quiero seguir sintiendo el viento sobre mis párpados y olvidar por un momento la realidad urbana.

sábado, 9 de abril de 2011

Perdidos en la montaña

Buscas el lado frío de la almohada y te encuentras conmigo. Las montañas aúllan soledad. Tu brazo, desobediente, acompaña a mi espalda bajo las sábanas. Atravesamos umbrales de caricias. La noche empieza a las 03:07h. de la madrugada de un sábado primaveral, también la vida. Acércame unos besos... que no llego. Con los ojos cerrados vemos mucho mejor, lo vemos todo. Silencio que lo dice todo, escuchamos atentos las palabras de la naturaleza y sentimos el viento curiosear desde fuera, sobre las paredes blancas. Duérmete, mañana volveremos a despertar frente a montañas curiosas.

viernes, 8 de abril de 2011

Mar, sol, mañanas

Mañana con los buenos días de tu barba en mi mejilla y las cortinas rebeldes ondeando sobre nuestras cabezas. Huele a mar recién levantado y a besos de café. Volvimos tarde y amanecemos temprano, no podría perdonarme el haber desperdiciado un día como este... Desayuno en la cocina, como siempre, uno frente al otro y los dos frente a la arena húmeda. ¿De verdad algún otro paisaje puede superar estas vistas? El corazón late con más fuerza, se desnuda dejando al descubierto todo el cariño que esconde. Miras al sol, luego a mis ojos, y sonríes. Debo decirte que estás más bonito que nunca, te quedan bien estos amaneceres. El primer contacto con la arena sirve para darnos cuenta de que estamos donde debemos estar, abrazando la naturaleza, escuchando la vida caminando por la orilla. Labios con sabor a mar, piel salada...

martes, 5 de abril de 2011

Arranca


 
Mirándonos a oscuras tras el espejo del baño, donde se reflejan todos los meses de invierno... Ataca la primavera con sus mejores armas y tú atacas de frente con tus mejores sonrisas. Nunca antes había escuchado silbidos tan poéticos como los que anidan en tus labios cada mes de abril. Luz, como la que nos encontró al final de la madrugada en la parte trasera de nuestro 4x4 planeando una nueva huida. Perdernos entre caricias es nuestro plan matutino, el resto vendrá después, tras arrancar el motor de la vida, pisar el acelerador y seguir sin saber cuántos kilómetros recorreremos hoy ni qué montañas besaremos con nuestros espíritus. Mientras, seguiré escribiendo nuestras historias en la palma de mi mano, dejando la huella de cada recorrido dondequiera que vayamos.

sábado, 2 de abril de 2011

Cortinas de buena mañana

Amanece abril bostezando delante de mi ventana. El sol le acariciará los días y las mañanas se convertirán en besos, los tuyos. Tanta distancia empieza a gustarme, puedo imaginarte encima de alguna montaña gritando mi nombre... manteniendo la esperanza de que tus gritos llegarán a mis oídos. Esta vez no llegaré tarde a la cita con tus labios y retrasaré el reloj cada vez que se acerque la hora de volver a casa, porque el tiempo no nos gusta, y menos que pase. Descorre las cortinas que voy, no vamos a esperar a que pasen más inviernos.

viernes, 1 de abril de 2011

Una semana tan larga como sus borracheras

Un sol feroz llama a mi ventana, es abril. Me quedaría una vida y media observándolo, viendo cómo se queda quieto allí arriba. Solo esta luz sabe cómo me gustan las mañanas, y es capaz de regalarme las mejores de mi vida. Sobre los edificios semiderruidos de esta capital asoman sueños que viajan sin dueño, buscando una ventana rota por la que poder colarse. La mayoría de los muchachos desistieron de perseguirlos, ahora son ellos quienes buscan cerebros que los puedan fantasear a altas horas de la madrugada y sin cervezas de por medio. Suena la vida, suena a pueblos escondidos entre montañas mucho más escondidas. Suena bien. Y mejor sabe... a tierra mojada en tus labios de música silenciosa. Poesía en noches de primavera anuncian tu llegada como un huracán, pero a lo bonito. Leeré tus caricias si tú lees las mías, están en versión extendida y con contenidos adicionales. Llámame a gritos, me gusta que desgastes las cuerdas vocales y luego me susurres a la boca los lugares a los que quieres viajar antes del año que viene. Bajito, muy bajito.

miércoles, 30 de marzo de 2011

Sentada frente al amanecer

Amanece temprano sin caricias en las piernas. Solo una pequeña brisa golpea las ramas del árbol contra mi ventana, decidida a entrar y enfriar mi mañana. El cielo está bonito hasta bañado de nubes, pocas veces lo había visto así aquí, acostumbrada al azul y al sol de los meses de verano... Hoy se ha escondido, vergonzoso por verme. Galopa el frío por el pasillo de mi habitación y yo hago compañía a la estufa más vieja del mundo, todavía no cansada de deborar leña. Habla la minicadena de canciones que hacen bailar a las gotas de lluvia que visitan los pequeños cristales de mi cuarto. Sentada frente al amanecer me da por contarte los secretos escondidos en mis piernas y te da por escucharme demasiado.

domingo, 27 de febrero de 2011

A mordiscos

Desaparecen las noches si te leo susurrando cada 3 palabras. Las puertas dejaron de hacer ruido hace mucho tiempo, el mismo que tú llevas fuera. El polvo de las estanterías las viste de nostalgia y soledad sin que nadie pueda hacer nada. El sonido del silencio es la mejor banda sonora para mañanas oscuras con sábanas blancas sobre una cama que nunca fue nuestra. Ya no beso almohadas como dulces labios conquistados, ni guiño el ojo a la pared rojo carmín del salón comedor. Cuando me pregunten en qué momento te perdiste responderé que nunca te llegaste a encontrar del todo y señalaré en dirección contraria mientras mi mente dibuja líneas paralelas a mis pasos. Lo mejor de todo es que fui yo quien le dijo lo bonito que está el azul en los cielos de madrugada.

viernes, 25 de febrero de 2011

Entresemanas

Deberían contratar al sol por más horas, y subirle el sueldo también. Nos gusta su presencia y hay días en los que nos da la espalda. Cuando se viste de nubes se le escapa la tinta a mi boli, son las mañanas en las que besa las pieles cuando la pluma con la que no escribo se desliza casi sola, dejando un rastro con forma de poesía. Ni el mejor chocolate caliente sabe superar el placer del sol resbalándose por el paladar hasta colar su brillo en la esquinita reservada para buenas vibraciones de mi pecho. Hoy pasearé de su mano mientras no escribo lo que quiero decirte a orillas de la timidez.

lunes, 7 de febrero de 2011

Melodía de la naturaleza

Bajo la manta todo se ve diferente y, desde luego, la lluvia suena mejor. Melodía de la naturaleza. Entre las manos descansa una taza de té caliente, como cada noche antes de dormir. Solo el sonido de la lluvia perturba el sueño, pero la belleza que dispara es inimitable. Suena a libertad, libertad que  viste los árboles, choca contra el suelo y pinta las calles. Las casas sonríen prematuramente ante el espectáculo, si pudieran hacerlo aplaudirían, estoy segura. Se necesitan las nubes para agradecer la presencia del sol, y se necesita la niebla para amar la luz. Los sueños que solo tengo desde la cama de la habitación de los grandes ventanales hablan de alturas mojadas y de olores olvidados en montañas solteras. Desde hace tiempo miro por la ventana nada más levantarme y la naturaleza baila al son de diferentes ritmos, hoy ha tocado un bonito blues mientras amanecía el río, me he quedado quieta escuchando en silencio...

domingo, 6 de febrero de 2011

Droga

Me gusta tu pelo, experto en atrapar mi mirada durante horas. Lo hace como nunca antes lo ha hecho nada y asusta. Acariciarlo en las noches de invierno adormece el frío de mis manos y enciende paz en mis sentidos. Tacto sabor amanecer en las montañas, dulce, tranquilo, efímero... La necesidad de respirarlo para conseguir dormir bajo estrellas nómadas. Notando cada caricia despertar las más profundas de mis sensaciones liberando secretos. Con paso lento enredarlo y cubrirlo de historias bajo las mantas de enero. Cuando oscurece es todo mío, sabe que nadie lo despeina mejor que yo y quiere quedarse a dormir. Me pierdo en él.

viernes, 4 de febrero de 2011

Viajes desde el sofá

Hacer como antes, como siempre. Dejar la vida en una ventanilla de avión y cojerla en el volante del coche más sucio del mundo, sucio de tantos lugares vistos, de tantas carreteras arañadas. Abandonar los horarios y abrazar una nueva rutina más inesperada e impredecible. Terminar en la playa una noche demasiado oscura después de recorrer cualquier ciudad desconocida. Atender a las palabras del mar, escuchar cómo te dice que vueles a fronteras de deseos y que las cruces todas. Despertar a la misma hora que el sol y volver a cojer la vida que todavía descansa en la arena. Seguir la carretera hasta el próximo pueblo, que ni el mapa sabe cuál es -o no quiere saberlo-. Respirar apoyando los pies en el asiento del tren y sumerjirte en las montañas que pasan ante tus ojos tras una ventanilla no muy bien limpiada. Escuchando siempre la banda sonora de tus aventuras, de fotografías guardadas en veranos calurosos y de casitas blancas al borde del susurro del océano.

jueves, 3 de febrero de 2011

Pisadas

Se me van los inviernos. Se me escapan incluso de la cajita donde guardaba las cuestas heladas y los tejados nevados. Parece que les está dejando de gustar compartir conmigo cervezas y atardeceres con manta en la montaña. Pero si quieren irse, que se vayan... Deberían despedirse, no con un "adiós" como hacen todo el mundo, deberían decir "hasta luego" o "nos vemos pronto". Nos vemos pronto... o no. ¿Quién sabe? Puede que hayan decidido no regresar nunca, que me dejen con un perpetuo verano y no pueda taparme por las noches ni desvelarme tiritando. No pueden hacerme eso, tendría sueños recurrentes en los que intentaría desesperadamente abrir cortinas de invierno fracasando siempre. Se me resbalan las manos y no puedo hacer nada, no puedo romper las calles por donde camina despaldas el frío, ni borrar los ríos que sienten cómo las gélidas temperaturas recorren sus aguas hasta abandonarse en lo más alto. No puedo...aunque me gustaría. El sol usará gafas oscuras y la luna lamerá la noche desde abajo sin miedo a quedarse atrapada, no poder subir ni dejar salir al sol. Un baile siempre fue un baile, pero tengo miedo de que la primavera me pise los pies.

miércoles, 2 de febrero de 2011

Noche

Adoro la oscuridad, sobretodo la de la noche. Siento cierta atracción por los juegos nocturnos, como fotografiar coches y motos dibujando caricias en un asfalto somnoliento a las 3 de la madrugada. En la oscuridad todo vive con menos vergüenza, las cosas tienen menos miedo de pasar, y suelen hacerlo más lentamente, dándote tiempo para saborear cada instante. Me gusta dejar el sentido de la vista a un lado y notar cómo se agudiza el resto. Algunas cosas que verdaderamente merecen la pena ver solo consigues verlas ahí. Aquella... aquella oscuridad fue la luz más bonita que había visto. En la oscuridad lo sabes todo.