viernes, 1 de julio de 2011

Pasé por nuestros bares

El cartel iluminado del concesionario de la calle de enfrente me recuerda que todavía sigue viva mi parte de esta ciudad. Mientras contemplo la huella que ha dejado el tiempo en estas desoladas calles, una voz rasgada canta al amor en la radio, en una emisora de música de aquellos 80... Dulce melodía para estos meses costosos de atravesar. Decido bajar la persiana y tumbarme en la cama, con la música todavía haciéndome compañía. A escondidas desvelo el secreto de mis sentimientos. Vuelan los miedos. Muy lejos. Las cuatro paredes que me arropan consiguen hacer de este lugar una necesidad. Consigo mantener mi cuerpo y mente en calma y, sin embargo, ha pasado un huracán. Odio el grito del silencio, tan claro y fuerte como las aguas del Mediterráneo, por las que navego a bordo de tu espalda.

No hay comentarios: