miércoles, 31 de agosto de 2011

Mis rizos acariciando las olas de tu locura


Hasta que digas basta y las paredes se nos caigan encima. Hasta entonces seguiré encendiendo velas en las noches de tormenta. Seguiré escupiéndote piropos mientras te lavas los dientes y diciéndote tonterías antes de dormir. Si quieres me dejaré el pelo suelto, con los rizos acariciando las olas de tu locura. La desnudez de tus tejados es belleza pura y cálida. Mesitas con cajones que esconde mis cartas. Baúles llenos de ropa ajada y deteriorada donde he ocultado de tu vista los besos que te debo. La estufa ha aprendido bien su oficio de despojarnos del frío. Sabe saciar nuestra sed de calor -aunque nosotros nos apañamos bastante bien-. Todos los años se pierden calcetines. Nada tiene que ver con lo que aquí te escribo, pero las paredes blancas me gustan.

martes, 30 de agosto de 2011

Noche de verano

El aire arremete con fuerza contra la persiana
de la ventana de mi habitación. Me da por abrirla.
Es de noche. Un aire fresco y puro se cuela y seduce
a mi cuerpo. Huele a ropa tendida. A colada
recién hecha. Y a mí me recuerda al pueblo.
Al viejo verano que muere en mis brazos sin yo
poder hacer nada. Me recuerda a noches de bares
y copas. De cenas todos juntos. A oscuridad
necesitada junto a una espalda demasiado transitada.
Levita mi pelo. Las poesías de mis paredes se mueven
deseosas de volar hacia cualquier mano de
enamorado iluso. Y yo me duermo acunada por
el olor de esta brisa que arropa mis párpados esta
noche de verano. Y pienso en tu río. Y pienso en ti.

lunes, 29 de agosto de 2011

Trenzas en el pelo


Anoche conocí a una chica con trenzas en el pelo que
bailaba canciones de rock en la orquesta del pueblo. Llevaba
botas y una camiseta de tirantes larga. Con la música sonando
movía su cabeza hacia los lados mientras se mordía el labio
inferior y cerraba los ojos. Anoche conocí
a una chica con trenzas en el pelo que te miraba
con la mirada encendida. Que te tocaba con
el alma y rozaba tu espalda con suaves manos lejanas.
Anoche te vi de lejos acercarte. Anoche yo llevaba trenzas
en el pelo y tú me despeinaste lejos de la verbena.

domingo, 28 de agosto de 2011

Las lluvias surcan las tardes

Las bombillas de las farolas de la plaza callan su brillo. El día grita de nuevo y el sol asoma entre los bostezos de este valle que se despereza guiñándote un ojo. Pastores acostumbrados al frío de las mañanas acompañan al rebaño montaña arriba en busca de pasto. Las praderas de estos montes son incomparables. Deberías verlas en pleno mes de abril. Con sus colores elevados al máximo exponente. Con el olor a vida campando entre los árboles. Conmigo atrincherada en la espalda de la primavera. Las lluvias surcan las tardes ennegreciendo mis ojos. Escucho los ladridos de los perros indicando que anochece. Quieren pasear a mi lado por cualquier camino oscuro y deshabitado. La soledad de las montañas. La paz. La tranquilidad. La lejanía buscada y agradecida. Sí, agradezco a estos montes la compañía que me regalan de madrugada. Los miro. Me devuelven la mirada con los ojos húmedos y las hierbas cantando a la luna.

sábado, 27 de agosto de 2011

Luna

Luna, sálvame de esta nostalgia que araña mi interior con uñas afiladas. Bésame, luna. Luna de noche que ladra en mi oído poemas andaluces. Bigote de nieve blanca sobre mis caderas. Lengua de acento sureño con negros pintares de amor. Suenan las horas en tu honda mirada de espejismo nocturno. Me acompañas hasta el colchón donde temblaré de caricias. Tu bello cuerpo encandila. Me besas en la frente y arropas mis huesos con tu fino manto hasta que raya el día.

viernes, 26 de agosto de 2011

Hoy


Qué bonita tu risa cuando tu piel se acerca a mi piel. Qué
bonita tu barba cuando se enreda con mis labios. El Norte
abraza nuestras despedidas. Canciones susurradas
en frías mañanas que huyen como relámpagos.
Acompáñame en esta experiencia de olvido. De
 risa forzada pero sentida.
Cambiaremos las calles por sábanas. Hoy.

jueves, 25 de agosto de 2011

Bésame sobre el sofá rojo

Es un placer encontrarme con tu cuerpo cada vez que el sueño decide escaparse de mis redes. Te abrazo y sé que no puede pasar nada más. Me dan ganas de sonreír estas gotas de lluvia que arañan el otoño que pasea entre nuestras manos enlazadas. Paredes uniformes de gemidos se levantan fuertes con la vista hacia el cielo de nuestras madrugadas. Me subo a tu locura cuando caminamos por la playa y pisas firme la orilla mientras me miras a los ojos. Guardas el silencio entre tus labios y los míos. Arrópame entre escapadas espontáneas con tu coche y mi cámara. Acaríciame con cervezas frente a la chimenea más cálida del mundo. Bésame sobre el sofá rojo, bajo la manta verde que ve pasar todos los inviernos de estas montañas subida a lomos de nuestras caricias. Aplaude el contoneo de mis caderas con tus labios. Ven a verme de madrugada y observa mi pelo anidar en tu almohada.

miércoles, 24 de agosto de 2011

Te arropo el alma con mis pestañeos

Es la costumbre de dormirme en tu espalda. Ahora no hay quien
concilie el sueño sin ella. Entre las montañas de tus brazos me
meces todas las noches de invierno y mis ojos caen en
tu juego y siguen el camino que trazan tus
caricias. En el espejo se guardan las marcas
y señales de estas madrugadas aceleradas en las
que invertimos nuestras gargantas. La luna baila y
nos mira. Igual que te miro yo al despertar. Siempre soy yo
quien amanece primero y me encanta fotografiar tu cuerpo
desnudo cubierto de finos rayos de sol con legañas. Te lame.
Te besa. Y yo te arropo el alma con mis pestañeos.

martes, 23 de agosto de 2011

Desvelas mi cuerpo

Con tu juego sobre las mantas rompes mi sueño.
Desvelas mi cuerpo en esta
suave noche de estío. Entre trago de carnosos labios
y azúcar de piel bronceada voy
caminando enloquecida. Surco los embravecidos
mares de tu barba y los besos que esconde. Recorro tu
barbilla con mi dedo índice y miro esos ojos que me
esconden por las mañanas.

lunes, 22 de agosto de 2011

A silbarte canciones de rock

A lo bueno se acostumbra el cuerpo pronto. A que me despierte tu aroma. A madrugar con lasmontañas de compañeras. A silbarte canciones de rock. A tocarte cuando estás cerca. A pensarte cuando estás lejos. A respirar aire puro y besar el cuerpo invisible de la primavera. A trasnochar subida en tu luna. A contar estrellas en tu espalda. A navegar por las aguas de tus mañanas subida en barcos duros de hundir. A tu presencia en mi sofá. A tus manos en mis caderas. A ti.

domingo, 21 de agosto de 2011

Con cada parpadeo

Cuando llamas de madrugada. Cuando, en las noches que compartimos, dejas la televisión encendida para que yo me duerma. Cuando decoras la casa con cualquier objeto de madera que creas en el garaje. Cuando me arreglas la cama vieja -y se vuelve a romper-. Cuando te digo que no necesito armarios y dejo toda la ropa en un saliente de la pared que antaño se usaba para dejar el pan. Cuando abro de par en par las ventanas cuando llueve y me dices que lo que hago no es normal y que es eso lo que te encanta de mí. Cuando me confiesas entre cervezas que mi sonrisa brilla más que la luna. Cuando te miro y me miras. Cuando esas miradas duran más de 10 segundos. Me vuelves a enamorar con cada parpadeo.

viernes, 19 de agosto de 2011

Tan frío...

Concreté con tu espalda una visita cada segundo de mes. Hablé con tus ojos y me contaron historias de tus noches de desvelo. Me dijeron que estabas solo, que si yo podría hacerte compañía en diciembre. Lo cierto es que me encanta ese mes. Tan frío y blanco... De las reuniones con tu barba aprendí que vale la pena arriesgar. La vida está para eso. No te van a regalar nada. A veces se acierta, otras se falla. Yo acerté -o eso creo-. Me encuentro con tus labios todas las mañanas, pero al llegar el mediodía ya no queda nada. Resbalan por mi vientre en un segundo y se esfuman como si fueran perseguidos por una jauría de lobos hambrientos y agresivos. Las cinco bufandas que tienes en tu habitación me llaman en invierno. Aunque lo cierto es que tu cuerpo es el que llama a gritos a mis caderas para covijarse en ellas y sentir el calor de las madrugadas de enero. Nunca me cansaré de abrazar tus susurros. De contarte mis batallas de viajera incansable. De escuchar las tuyas. De dormir a tu lado cuando tengas miedo -y cuando no también-. De planear idas pero no venidas. De adormecer mis nervios en tus abrazos. De arañarte el alma a lametazos desiguales. De escribirte por no poder tocarte. De hablarte cuando estás aquí, entre mis párpados desiertos. Las escaleras de mi casa lloran la ausencia de tus pies. Les he dicho que en 2 estaciones estarás aquí. Ellas son más pacientes que yo.


P.D: He vuelto.

viernes, 12 de agosto de 2011

Verano

Al son de los pasos del verano. Me trata el estío de buena manera. Sigue sonando la vida. Y hoy, hoy, hoy... Hoy no me controlo y te como a bocados el sol. Te arranco la luna de cuajo y la meto en mi cama para diversión propia. Para alumbrarme las piernas a las 4 de la mañana y que sientas celos de su brillo blanco. La madera de mi cama, muy vergonzosa ella, te llama entre susurros y gemidos para que te acerques a mirarla fijamente. Sin gafas. Con pestañas de cielo oscuro y nublado. Y los cascabeles de mi vestido roto sonarán al alba y te acariciarán el pelo desigual que puebla tu alocada cabeza. Sé que caminas libre por el monte. Pero hoy llueve. Te roban la libertad que cargabas a la espalda. Era un peso débil. Estoy contando las rayas verdes de tu camiseta rasgada por los hombros. Me salen numeros impares así que no me queda otra que besarte hasta que termine el verano.

jueves, 11 de agosto de 2011

Solos

Solos. Solos frente a la luna de agosto que alumbra nuestros deseos y nos acomoda en la oscuridad de la montaña. Qué bien sabes de madrugada. Unos susurros casi silenciosos rasgan nuestro silencio. Levitan mis ganas de ti y surcan el aire hasta llegar a tu cuerpo. Sabes saciar mis deseos de la mejor manera. Por eso me encantas. Me encanta tu forma de sacarle lo bueno a todo -o a casi todo-. De reírte de la vida y de ti mismo. Sé que podrías irte ahora mismo, pero no lo haces. Por mí. Eres increíblemente bonito. Mis pulseras te buscan. Tus tatuajes me encuentran. Mis dedos acarician tu espalda. Lo hacen bien. Muy bien. Tus dedos ascienden por mis piernas como si de una pared rocosa se tratase y llegan hasta mis caderas -que llamas cima-. Quiero comerte entero. Esta noche sí. Me muero de ganas de peinar tu piel a besos. De lamer tus buenas noches. Tus buenos días. Todavía no amanece, tenemos tiempo.

martes, 9 de agosto de 2011

Pueblo

Qué calles, tan llenas ellas de vida como de soledad. Qué viento, oscuro y limpio que choca contra mi cuerpo. Qué casas. Qué puertas, tan deterioradas pero tan bonitas... Qué callejones interminables con paredes rocosas y colores estrechos. Qué rejas en las ventanas de los primeros pisos, tan peculiares y negras que atrapan la mirada. Qué pueblo, con tanto por contar como yo por escuchar. Se le desvordan las ganas de vivir. De seguir siendo el pequeño pueblo de poco más de 100 habitantes donde los niños en verano crecen entre un frontón y un lavadero. Donde el pan se vende por encargo y las mañanas mueren en el bar. Aquí, donde el invierno se atrinchera y permanece quieto, callado sobre los tejados de estas pequeñas casas con chimenea de piedra. Qué pueblo. Deseoso por ver caminar por sus calles a todos aquellos que vienen y van, que van y vienen. Donde el sol pide permiso a las montañas para salir y ponerse. Donde la lluvia me lame la piel. Aquí me quedo. Qué pueblo...

lunes, 8 de agosto de 2011

Verde, suave...

Solo cuando las montañas ya están despiertas puedo besarte el cuello. Deslizar mis labios rosados por tu espalda cuando estás tumbado en el monte fresco y somnoliento. Abrazar tus párpados con el aroma vespertino de los cerezos que nos miran con legañas en las ramas. Bostezan mis miedos. Ellos se duermen pero yo despierto. Te desperezas, también abres la boca y me dices "buenos días" mientras me acaricias las piernas. El suave viento de las mañanas de la montaña hace que me den ganas de bailarte el pelo. De acercarme a tu pecho y hacerlo mío. Hacer mía tu barba y retenerla entre mis dientes hasta que el horizonte se vuelva a oscurecer. El oxígeno que respiro de tus poros es tan puro como el aire de estos montes. Verde. Suave. Limpio. Sensual.

domingo, 7 de agosto de 2011

Te he soñado

Te he soñado con una mano en el volante y la otra sobre mi muslo izquierdo. Te he soñado junto a mi cama. Dormido. Te he visto en mis sueños sin camiseta y con el alma vestida de invierno. Me he soñado a tu lado, en una madrugada de abril, abriéndome el cuerpo a golpes de besos cortos sobre tu cuello. Te he soñado sobre mi sofá, frente a mi espalda, con la cámara en mano para captar e inmortalizar hasta el último de mis lunares. Te he soñado desnudo sobre la aurora. Te he soñado entre montañas suicidas que saltan al vacío de tus pelos de loco. Te he soñado y eso ya es suficiente para escribirte. Me he soñado soñándote entre realidades varias y fantasías sutiles.

sábado, 6 de agosto de 2011

Me besas las caderas

Es un placer contemplar tu desnudez a la luz de esta luna de agosto. Con gestos suaves paseo mis labios por tu ombligo que beso con cuidado para que no pierda su esencia. Mis manos peregrinan por tu recta espalda temblando de ganas. Subo a lo alto del atardecer mirando fijamente a tus ojos descoloridos pero brillantes. La playa sin mar y tú sin madrugadas. No lo entiendo. Es improbable. Digo. Tu barba suaviza la piel de mi pecho y envuelve mis piernas con lazos de fina seda. No llueve porque estamos jugando sobre las rojas sábanas de tu cama. Sale el sol curioso e intrigado por verte levantar la mirada hacia mi barbilla mientras me besas las caderas. Tus manos sobre ellas es la mejor sensación para una mañana de sábado. El viento mece nuestro apetito. Te como. Me comes. Dulce sabor a pasión descontrolada.

viernes, 5 de agosto de 2011

Si quieres

Si quieres  encierro esta noche en el armario de tu ropa para ponérnosla cuando nos plazca. Si quieres secuestro al viento y que te sople el flequillo mientras  duermes en las noches que no me desvelo. Si quieres me convierto en sol y caliento tu cuerpo a base de caricias. Si quieres cogemos mi furgoneta y ponemos nuevo rumbo hacia el Norte. Allí, si quieres, podremos mojarnos. Podremos tirarnos en la arena de alguna playa del Cantábrico y sentirnos más libres que el mar que nos mira de frente. Hacer el amor con sal en las pupilas. Todo eso... Si quieres.

jueves, 4 de agosto de 2011

Vendrá

Sonríele. Hazle cosquillas a mi verano. Acurrúcalo en un abrazo somnoliento y deja que cierre los ojos. No grites, duerme y otoño le mira. Canta canciones de cuna para estaciones agonizantes y moribundas. Otoño cogerá el relevo de estos meses estivales. Septiembre enloquecerá con su mirada. Le besará los días sabor caramelo. Vendrá. Se irá. Verano se esconde...

martes, 2 de agosto de 2011

Parpadea

En el pasillo hay un cuadro colgado. Es una fotografía en blanco y negro que hizo hace seis inviernos en Polonia. Todavía recuerda la buena compañía en la que estuvo aquellas 3 semanas. Pasa la mano por encima del libro que tiene sobre sus rodillas. Lo compró en un mercadillo del barrio. Siempre le han gustado esos mercadillos: artilugios de lo más variopintos, atigüedades con historias increíbles... Suspira mientras planea un nuevo viaje. Mira el calendario; parece no avanzar nunca. Tiene la sensación de que los días se acumulan en el primero del mes y hay que despegarlos y arrancarlos unos a uno con una cuchilla. El móvil suena, parpadea, vibra. En el bar de la calle vecina le espera el hombre por el que duerme a pierna suelta todas las noches. Beben el uno del otro. Viajan. Se aman.

lunes, 1 de agosto de 2011

A la luz de un mechero

Vive bajo la piel de un aventurero tímido. A sus años ya ha recorrido toda la costa de Andalucía. Camina mirando al cielo y sintiendo la libertad en la piel de los brazos. Los extiende. Es y se siente libre. De día pisa con firmeza el suelo andaluz que rodea su nómada vida. Arranca el motor y se pone en marcha hacia destinos sureños que descansan sobre alguna pared rocosa. De noche busca una buena compañía con quien resguardarse bajo el techo de su furgoneta. Esperando que cada joven muchacha que aterriza en su cama se marche al amanecer sin hacerle el desayuno. La radio nunca deja de sonar. Cantan para él artistas con voz rota y a la vez suave. Manos en el volante. Vaya pelos. Vaya cara adormilada y bonita. Él enmudece con cada línea discontinua de la calzada. Le gusta viajar y fotografiar los secretos de cada lugar que se abre ante su alma. Degustar la mejor gastronomía de cada ciudad/pueblo que visita. Siempre regresa con nuevas historias que contarme a la luz de un mechero. Yo le cuento las mías, pero nunca conseguiré superar la emoción con la que relata sus vivencias. Es mágico.