miércoles, 30 de marzo de 2011

Sentada frente al amanecer

Amanece temprano sin caricias en las piernas. Solo una pequeña brisa golpea las ramas del árbol contra mi ventana, decidida a entrar y enfriar mi mañana. El cielo está bonito hasta bañado de nubes, pocas veces lo había visto así aquí, acostumbrada al azul y al sol de los meses de verano... Hoy se ha escondido, vergonzoso por verme. Galopa el frío por el pasillo de mi habitación y yo hago compañía a la estufa más vieja del mundo, todavía no cansada de deborar leña. Habla la minicadena de canciones que hacen bailar a las gotas de lluvia que visitan los pequeños cristales de mi cuarto. Sentada frente al amanecer me da por contarte los secretos escondidos en mis piernas y te da por escucharme demasiado.