viernes, 8 de julio de 2011

Regreso

El regreso a la vieja casita del pueblo no ha sido como esperaba, ni mucho menos. Nada más atravesar el portalón que resguarda el interior de la casa me han venido a visitar viejos fantasmas, buenos recuerdos del pasado plagados de nostalgia. Recordé todos los veranos que me pasé con la abuela bordando las camisas de los valientes del pueblo. Las largas tardes de juegos de mesa que compartíamos el abuelo y yo antes de que me dejara sola frente a la baraja de cartas... Hacía tiempo que no pensaba en lo feliz que fui en este lugar; en esta casa, con los abuelos. Cuando, cada domingo, madrugábamos como si tuviera que ir al colegio y nos íbamos caminando hasta el pequeño embalse donde respiraban los renacuajos y pasábamos el día allí. Comíamos en mitad del monte. Jamás me ha sabido mejor la comida en otro lugar.

4 comentarios:

Elendilae dijo...

Es que estar en sitios especiales con personas que nos llegan al corazón... cualquier cosa sabe buena entonces ^^

Abril dijo...

sí...
Yo quisiera estar ahí

(me dejaste un comentario, te conozco?
no encuentro tu mail en tu perfil... quisiera escribirte una cosa)

Abril dijo...

ah, lo quitaste el mail? no pasa nada, era sólo por contestarte al comentario. Y porque algo leí en tu blog que me sonó familiar... creí conocerte
:)

Sara Pérez dijo...

¡Ay, la comida de los abuelos...!

Muchísimos somos los que nos debemos de sentir identificados con esta entrada. Siempre nos quejamos del pueblo, o del campo, o como quieras llamarlo; pero llega un momento en el que se echa de menos todo lo que implicaba...

Un saludo :)