sábado, 9 de julio de 2011

Ensordecedor

Callada. En silencio. Escuchando la música que viene de la radio que instalé en el garaje hace ya muchos años. En compañía de un viento fresco que se lleva el calor de mis piernas. Resguardada bajo el árbol centenario que custodia la casita blanca donde vivo. Solo un segundo. Un segundo que aprovecho para levantar la mirada y disfrutar de las montañas que también bajan su vista para saludarme desde allá arriba. Es increíble. Ni una nube rasga el azul celeste que cubre todo el paisaje. Lo encubre. Lo abraza. A pleno día se puede percibir ligeramente la silueta de la luna. Luna y sol juntos en el mismo cielo. Noto cómo se miran de reojo insinuándose mutuamente. Silencio en las calles. Son las cuatro de la tarde, es viernes, y no tengo cosa mejor que hacer que encandilarme con el verano que ya invade a todos los animales, a las tejas de las casas que veo bajo mis pies, a los habitantes de este pueblo... Cabalga la brisa sobre mi cuerpo. Se incrusta entre los árboles y les da la vuelta susurrándoles maravillas. Maravillas que yo también escucho.

5 comentarios:

Elendilae dijo...

Con esas descripciones tan magníficas, me dan ganas a mi también de perderme en ese pueblecito, y descubrir los secretos que guardan sus calles, y las montañas que lo custodian ^^

Un besito

alvarodrv dijo...

Me encantaría poder escuchar yo también esas maravillas ;)

Hache Ce dijo...

Música y viento perfecta combinación para encontrar la tranquilidad, mezcla de amor y paz ♥ Lindo texto, un abrazo!

Na Abarca dijo...

me encanto lindo post (:

Miguel Angel dijo...

Bonito, sí...y relajante