miércoles, 4 de mayo de 2011

Arenas sin playa

Podría escribir sobre lo mucho que alumbra la luna cuando el sol decide largarse, pero prefiero ladrar palabras sobre la temeridad con la que tus ojos se posaban en los míos. El peligro que suponía un pequeño cruce de miradas cuando volvíamos a casa en el mismo vagón de tren. La estación vacía, como tus años de vida montañera. Los baños de aquellas vías sabían mucho mejor de lo que ambos esperábamos, y repetíamos cada vez que nuestros ojos coincidían en las mismas ventanillas. Luego si te he visto no me acuerdo, pero nos gustaba tanto... Deben de haber pasado años desde la última vez que el tren se detuvo en nuestra estación. Sin embargo, el recuerdo de cada parada sigue traqueteando.

1 comentario:

Anónimo dijo...

el traqueteo del tren es un sonido muy bonito