lunes, 11 de abril de 2011

De par en par

No sé exactamente a qué me recuerda el aire fresco que entra por mi ventana, pero me transporta a viajes constantes en avión hacia tierras desconocidas, a una vida con despertares azules todos los días. Cada vez que una ligera brisa mueve mis cabellos asomados a la ventana mi mente imagina atardeceres en las montañas sentada en una roca en medio de la nada y sin nadie a mi alrededor. Yo sola. También enmudecen mis recuerdos italianos que se convierten en imágenes casi reales proyectadas en el edificio de enfrente. Con la ventana abierta se me viene toda la nostalgia de golpe, toda mi habitación se inunda de ella. Busco un rincón al que huir, pero no quiero cerrarla, quiero seguir sintiendo el viento sobre mis párpados y olvidar por un momento la realidad urbana.