miércoles, 29 de junio de 2011
Va despuntando la mañana
Saludó al vecino que entraba por el portal mientras ella salía con la maleta en la mano, le agradeció que le sujetara la puerta y se marchó. Miró el móvil: no llega tarde. La estación de tren está a un cuarto de hora en autobús de donde ella vive. Con el billete en la boca, la maleta en la mano derecha y en la izquierda el móvil llega al andén esperando a que venga su última oportunidad para escapar. Se sienta en el único banco que está vacío y piensa qué es lo que está haciendo, por qué, de forma tan radical y repentina, decide dejarlo todo e irse lejos. Pocos minutos después se sienta a su lado un chico joven, moreno, con los ojos claros y barba de pocos días. Le pregunta si tiene fuego y ella le señala el cartel que tiene detrás: "Prohibido fumar". "No, si no fumo. Solo quería acercarme a ti y no sabía qué decirte", le dice él. Ella le pregunta qué tren espera y coinciden en el destino y en el motivo de cogerlo. También huye, huye de él mismo y de sus propios miedos. "¿Sabes? - dice ella - ¿Por qué no nos vamos juntos al sur, a las playas de Andalucía, a Cádiz, y olvidamos la mierda que nos hace escapar sin rumbo fijo? ¿No te gusta el sur? Con ese olor peculiar y su luz, sobre todo Cádiz, playas mirando al Atlántico... Venga, vámonos. ¿Para qué ir a dónde queríamos ir?". Sorprendido acepta sin más; "esta chica me gusta...", piensa. Cambian los billetes, llega su tren. "Espera, ya te cojo yo la maleta".
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3 comentarios:
Buen blog :)..
te sigo ...
Un abrazo.
Todos necesitamos un poco de Suuur ^^ Me gusta ese escapar sin más, y más aún que el destino, o qué se yo que, haya decidido juntarlos en aquel tren :)
También hermoso tu relato, que suerte tuvieron de encontrarse, o quizás fue algo más que suerte...
Porque escapar a veces es necesario, para poder volver algún día.
Continua escribiendo que es hermoso leerte:)
Besos y saludos
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