Es la costumbre de dormirme en tu espalda. Ahora no hay quien
concilie el sueño sin ella. Entre las montañas de tus brazos me
meces todas las noches de invierno y mis ojos caen en
tu juego y siguen el camino que trazan tus
caricias. En el espejo se guardan las marcas
y señales de estas madrugadas aceleradas en las
que invertimos nuestras gargantas. La luna baila y
nos mira. Igual que te miro yo al despertar. Siempre soy yo
quien amanece primero y me encanta fotografiar tu cuerpo
desnudo cubierto de finos rayos de sol con legañas. Te lame.
Te besa. Y yo te arropo el alma con mis pestañeos.
4 comentarios:
Qué preciosidad, Ene! la verdad es que el cuerpo se acostumbra pronto a lo bueno! esto no puede ser! jeje
Un besazoooooooo
pestañeos de mariposa.. :)
yo la doy besos asi :)
Le tienes que tener loco...
Besos desde el aire
Gracias por pasarte por La Princesa y por tus palabras,un saludo¡¡
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