domingo, 31 de julio de 2011

A monte

Hueles muy bien. A monte. A verano lluvioso y tomillo mojado. A besos de escarcha sobre tu barba. Dulce aroma de montaña impregna tus manos que enredan mi pelo. Huele a tormenta pacífica tu espalda, tu pecho, tus hombros. Crece en mí el espantoso deseo de acercarme a oler tu aroma. Libertad es el perfume de tu alma. El verde de tus ojos sabe a noche estrellada sobre el capó de un viejo coche. Voy a mudarme a tus despertares. Voy a habitar en tus madrugadas. Viviré sobre el tejado de tu tímido verano.

sábado, 30 de julio de 2011

La clave

Cuando te pones la camiseta de rayas y te tumbas en el sofá me enamoras. No sé qué despiertas en mí cuando te pasas la mano por la barba y me miras. En ese momento las montañas que se levantan al otro lado de la ventana se ven mucho más verdes, más altas. Te tapas con la manta y me invitas a descubrir ese mundo que escondes bajo ella. Pienso que nunca viene mal algo de turismo. Y sabes que me encanta viajar... Con los ojos cerrados te susurro que, estando así, ya no puede pasar nada más. Que la vida bajo la manta es la única que quiero vivir. Que contigo en mi sofá no necesito más. Un poco de invierno. Un par de montañas. Alguna que otra sobredosis de aire puro. Una casa. Un sofá. Nuestra manta y tú. Tú. Eres la clave.

viernes, 29 de julio de 2011

Te escribiré

       Te escribiré alguna que otra postal para decirte lo mucho que te echo de menos. Lo mucho que necesito tus abrazos para calentarme en el sofá. Todos los días me preguntaré si estás bien. Si comes bien. Si duermes. Me preguntaré si todavía me recuerdas. Te escribiré con el boli con el que te escribía mientras dormías sobre mis muslos. No olvides los versos que son tuyos. 

Guarda siempre la pluma de mis verdades bajo llave. Te escribiré cada día de invierno para contarte que las mantas guardan tu calor entre los hilos amarillos. Pasearé por las montañas con miedo de tropezar y que no vengas. Este lugar sí que pierde sin tu presencia. Si el monte no escucha tu paso rebelde sobre él se enfada y gruñe de rabia. 

No beberé más cervezas en la cama. Ese placer conjunto lo reservo para cuando regrese y me estés esperando con dos birritas en la mano y un beso en la comisura. Me he traído la silla de madera con el cojín de rayas. Necesito sentarme en ella para escribirte al amanecer. Ya lo sabes. Los bares me echarán de menos a mí. A nosotros. Aquí son pocos los que me guardan el asiento. No los frecuento tanto como solía hacerlo de tu mano. 

Fotografiaré todas mis madrugadas, para que no te pierdas ninguna, para que luego las revivamos y no tengamos esa absurda sensación de haber perdido el tiempo. 

Volveré. De verdad. Feliz día... sin mí.

jueves, 28 de julio de 2011

Vino

Los besos detrás de la oreja son peligrosos. Son más nocivos si los escoltan dos botellas de vino y una cena en la casa rural del pueblo. Por eso te los doy en la mejilla, o en los gemelos, o incluso te beso la melancolía. No corro el riesgo de que me muerdas el cuello. Ni de que acabes con mi inocencia. Pero aquella noche ahí estaban las dos botellas de vino. Sobre la mesa. Descorchadas. Sangrando en nuestras copas. Nos las bebimos. Y te mojaste en mis labios.

miércoles, 27 de julio de 2011

Retumba, invierno

Aquí sigo. Mirando el cielo impaciente y ronco; presenta tormentosa paz en este delgado otoño que visita los árboles de nuestras montañas. Las viste desvistiendo todo lo que encuentra. Escucho música mientras escribo esto. Se me va la mirada por la ventana -cubierta, en parte, por las ramas de la gran morera que tengo frente al garage-. Me atraganto con la belleza del paisaje. Con sus habitantes. Con el sonido del río que riega nuestros oídos. Cuchichean las campanas de la iglesia a cada hora. Son hermosas. Retumba, invierno, retumba y blanquea mis días con tus suaves copos. Déjanos frente a la chimenea agonizando de pasión. Bésanos con tus gélidos labios de estación tardía. Ataca nuestro corazón nostálgico. No dejes que te olvidemos.

martes, 26 de julio de 2011

Amanece

A trompicones amanece en esta insana ciudad. La luz, con su pueril juego, rodea el cuerpo que no me acompaña en la cama. Tu cuerpo que una madrugada marchó y solo dijo que volvería. Amanece y me pesan los miércoles de deterioro. Me duele pestañear. Me hacen cosquillas las nubes de fingida paz que se aglomeran en el techo de este lugar sabor hierbamala. Las estanterías se iluminan un día más; tu foto sigue viviendo en ellas.

lunes, 25 de julio de 2011

Escondes el otoño

Háblame en tu ondulado idioma de tejado descosido y visagras oxidadas. Valvucéame qué es lo que ves desde tu altanera figura, donde se posan las cigüeñas a ver pasar la primavera. Escondes el otoño del tacto de todos nosotros. Lo emparedas entre tus ladrillos podridos de resguardar estaciones. Liberas las flores silvestres que te rodean y llegan hasta mí sus colores. Campanario de este pueblo mío, envejeces con solo mirarte. Te respiro en este viernes nublado y siento que te desgasto el alma. No llueve y te mojas: son lágrimas de esta plaza que no quiere verte desaparecer.

domingo, 24 de julio de 2011

Tan largo como las noches de agosto

Te acercas como esperando una respuesta por mi parte. Te acercas y me dices que sigo tan guapa como aquel verano en el que tú llevabas rastas y mi pelo era tan largo como las noches de agosto. No has cambiado nada. Los pendientes no se te han caído de las orejas y el piercing sigue acompañando a tu peculiar barba en el centro de tu labio inferior. Ojos verdes oscuros que alteran mis nervios -ya de por sí rebeldes-. Sigues mirándome igual que cuando querías comerte mis sábanas. No has cambiado nada. Me encanta.

sábado, 23 de julio de 2011

Dulces dedos

Paseante sobre piel de terciopelo. Finos rasgos de vergonzoso pudor dejan verse sobre tu rostro. Dulces dedos peregrinan por mis piernas. La ventana abierta y las montañas atentas. Mirad, altos picos nevados, mirad cómo el calor de un buen fuego aliña esta invernal noche y azota con fuertes pellizcos nuestros cuerpos sudorosos. Llamaradas de verde mirar llaman a tus párpados. Bebe. Ama...

viernes, 22 de julio de 2011

Ven

Si mi amor te acorrala no te asustes. Ven aquí. Ven, que mi tres de la mañana echan de menos a tus cuatro y cuarto. Ven y susúrrale a mi nostalgia que sigues vivo, que brindas cada noche con los pasos a mi puerta que no das. Echo de menos la jauría de besos indomables que pueblan tu piel, que poblaban la mía. Ven, que tengo que contarte lo que he hecho esta semana sin ti. No he vivido. He estado sobreviviendo con tu mirada pegada en los pies y tu sonrisa anidada en mi cuello. Tu barba me abre la ventana por las mañanas sin que estés delante. Las cervezas se destapan y me preguntan por tu lengua. Ven, que quiero amarte muy despacio para no desgastarte el cariño.

jueves, 21 de julio de 2011

Roca y mujer unidas en cuerpo y alma

Su piel bronceada destacaba en la roca y juntas creaban una fusión que encandilaba al resto de los amigos. Roca y mujer unidas en cuerpo y alma. Desde abajo observaban cómo iba escalando sin bajar la vista. Cómo sus dedos firmes se cubrían de magnesio y acariciaban la pared; casi podría decir que susurraban poemas en cada grieta con la que se encontraban. Piernas fuertes que no cesaban. Nunca lo hacían. Siempre en constante atención, preparadas para lo que fuera. Ella es así: adrenalina personificada con un toque de pasión en cada bocanada de aire que toma. Roca y mujer unidas en cuerpo y alma.

miércoles, 20 de julio de 2011

Llegas tarde

Sobre mis brazos pasean tus lunes. Cuando madrugas te veo cantar en el espejo. Sonrío sin que te des cuenta: con los ojos cerrados y las manos extendidas. Pierna derecha primero, después la izquierda. Ahora que llevas puestos los pantalones me da por quitarte la camiseta. Sabes que tu pelo me tiene enamoradísima. Sabes que tu barba me enloquece. Sí, lo sabes. Te lo he escrito varias veces. Muchas. Muchísimas. En la vigilia te respiro. Ve a trabajar. Llegarás tarde como sigas mirándome así. Para. No pares. Ya llegas tarde.

martes, 19 de julio de 2011

Luna

Luna llena. Redonda. Tan perfecta que duele. Almenos impacta. Asombra tanta belleza acumulada en un simple punto blanco en mitad del cielo nocturno. No puedo dejar de mirarla. Tiene una fuerza más poderos incluso que tu cuerpo. El brillo que llega a mis ojos se queda guardado en mí y no hay quien lo saque. Lobos con el hocico en su dirección. Desamores que pesan más si la luna está llena. Ilusos que recobran la ilusión con solo respirarla. Luna: única y espectacular. Luna salvaje que invade mi noche.

sábado, 16 de julio de 2011

Encuentro entre cielo y tierra

Las delgadas cortinas de macramé dejan entrever el brillo que el sol esparce por las montañas. Me dejo llevar y salgo a la terraza para formar parte de este encuentro entre cielo y tierra. Sol y montaña hacen el amor mientras una cálida brisa sopla sus gemidos alrededor del valle. Pongo las manos en la oscura barandilla que rodea toda la terraza, cierro los ojos y escucho las caricias del río sobre las piedras. Susurros. Pasos. Besos. Parpadeos lentos...

viernes, 15 de julio de 2011

Al compás de la rumba de tus sueños

Trepo por los muros de tu cuerpo y llego a las bellas praderas que atrincheran mi verde mirada entre paredes de excitación. Mis sentidos palmean al compás de la rumba de tus sueños. Crece en mí el peligro de echarte de menos y lo sufriré más que tú. Espero paciente sobre tu barba hasta que bajes por mis afluentes a bordo de la oscuridad. Volveré a desvelarte en todas nuestras madrugadas. A ratos sobre tu piel; a veces sobre tu alma. Pero siempre sobre ti.

jueves, 14 de julio de 2011

La tierra fértil de la montaña

Voy caminando dócil. Acariciando el camino que se abre bajo mis pies como un manto de eterna armonía. La frescura de las mañanas de verano envuelve mis diminutos pies que no se detienen. Sigo caminando tranquila. Los brazos desentumecidos se dejan caer sobre la hierba que crece a ambos lados de la vereda. Silencio. Viento perturbando la tranquilidad de pequeños insectos que se presentan sin avisar. Camino. Camino y pienso en la maravilla que tengo bajo los pies. La tierra fértil de la montaña. El agua que moja este valle y lo llena de vida, de vitalidad, de fuerza, de poder. Ensancho los pulmones queriendo llevarme hasta la última partícula de sol. Respirarlo. Amarlo. Mis pies continúan en marcha. Nunca se detendrán. Mi corazón se quedará en este campo de finos sentimientos y robustos árboles.

miércoles, 13 de julio de 2011

Una hoguera a ras del suelo

No me gusta el calor de esos radiadores pegados a las paredes que ni siquiera quedan bien. Prefiero una buena chimenea o una gran hoguera a ras del suelo, o un cuerpo -a ser posible humano- encendido. No me gusta que me abaniquen cuando tengo calor, pero sí que me soplen. No entiendo a la gente que espera que el mundo se mueva por y para ellos sin saber que son ellos los que deben mover el mundo y ponerse debajo para que no se caiga. Me encantan los ladridos de los perros a las nueve de la mañana y a las diez de la noche. Agradezco el color de los árboles en abril, pero me entristece parte del invierno en el lugar donde vivo.

martes, 12 de julio de 2011

Con mi brazo sobre tu espalda

Soy yo quien bombea tu corazón cuando se queda sin fuerzas. Soy yo el aire que recorre tu cuerpo todas las noches de verano. Abanico tu soledad imaginando que puedo vencerla. Soy quien, silenciosa, duermo a tu lado con mi brazo sobre tu espalda. Visto tu sonrisa con colores llamativos y bebo de tu silencio cuando no te das cuenta. Susurro en tus oídos palabras que jamás entenderás. Lucho a contracorriente contra el olvido y, de momento, voy ganando la batalla. Soy yo quien peina tu desgreñado pelo al despertar. Soy yo quien besa tu boca y tu barba cada madrugada que me lo pides.

lunes, 11 de julio de 2011

Enamora la vista y el alma

Una mujer joven con aires bohemios y desenfadados se distrae bajo la sombra de un árbol mientras pinta una vieja teja que rescató del montón que le sobró después de restaurar la casa que acaba de comprar en la montaña. La decora con motivos coloridos, estrellas y lunas que se dejan caer en forma de pintura. El pincel se desliza de una forma casi sensual. Enamora la vista y el alma. La mujer viste pantalones por la rodilla -casi diría que cortos- de un color rojo amapola y una camiseta blanca, algo ancha para su fina figura, a la que le cortó las mangas. Sus pies descalzos acarician el cemento sobre el que está sentada. Pelo largo y oscuro recogido en una trenza que cae hacia el lado izquierdo. Gafas de vista. Collares. Creo que lleva un piercing en la nariz, no lo sé, se gira de vez en cuando. Es guapa.

domingo, 10 de julio de 2011

Háblame de las noches de Andalucía

Salpícame con tu luz. Deja abierta la ventana por si me apetece ir a darte un beso de buenas noches. Camina en mi dirección. Susúrrame versos del Sur. Cántame las canciones que hablan de escapadas, de huídas, de destinos variables. Llévame a pasear por la playa. Muéstrame el silencio de la montaña. Encierra en un tarro de cristal los kilómetros que nos quedan por recorrer y espárcelos sobre todos los calendarios que colgaremos en la cocina. Háblame de las noches de Andalucía. Enséñame los horizontes de pasión que peregrinan por tu mirada. Déjame despertarte todas las mañanas.

sábado, 9 de julio de 2011

Ensordecedor

Callada. En silencio. Escuchando la música que viene de la radio que instalé en el garaje hace ya muchos años. En compañía de un viento fresco que se lleva el calor de mis piernas. Resguardada bajo el árbol centenario que custodia la casita blanca donde vivo. Solo un segundo. Un segundo que aprovecho para levantar la mirada y disfrutar de las montañas que también bajan su vista para saludarme desde allá arriba. Es increíble. Ni una nube rasga el azul celeste que cubre todo el paisaje. Lo encubre. Lo abraza. A pleno día se puede percibir ligeramente la silueta de la luna. Luna y sol juntos en el mismo cielo. Noto cómo se miran de reojo insinuándose mutuamente. Silencio en las calles. Son las cuatro de la tarde, es viernes, y no tengo cosa mejor que hacer que encandilarme con el verano que ya invade a todos los animales, a las tejas de las casas que veo bajo mis pies, a los habitantes de este pueblo... Cabalga la brisa sobre mi cuerpo. Se incrusta entre los árboles y les da la vuelta susurrándoles maravillas. Maravillas que yo también escucho.

viernes, 8 de julio de 2011

Regreso

El regreso a la vieja casita del pueblo no ha sido como esperaba, ni mucho menos. Nada más atravesar el portalón que resguarda el interior de la casa me han venido a visitar viejos fantasmas, buenos recuerdos del pasado plagados de nostalgia. Recordé todos los veranos que me pasé con la abuela bordando las camisas de los valientes del pueblo. Las largas tardes de juegos de mesa que compartíamos el abuelo y yo antes de que me dejara sola frente a la baraja de cartas... Hacía tiempo que no pensaba en lo feliz que fui en este lugar; en esta casa, con los abuelos. Cuando, cada domingo, madrugábamos como si tuviera que ir al colegio y nos íbamos caminando hasta el pequeño embalse donde respiraban los renacuajos y pasábamos el día allí. Comíamos en mitad del monte. Jamás me ha sabido mejor la comida en otro lugar.

jueves, 7 de julio de 2011

Buenas noches

Todo duerme. Madrugada en la montaña. Ya no maúllan los gatos. El silencio acuna los oídos y acaricia las ganas de soñar. Tú también duermes. Quizá solo el canto de los grillos rompe en diminutos pedazos la paz de esta noche. Pedazos tan microscópicos que ni se perciben. La oscuridad, poderosa, arranca -casi de cuajo- los ladrillos de sol que hace unas horas decoraban estas montañas. Brillo de oro. Los perros descansan al amparo de las estrellas, con un ojo en guardia, atentos pero a su vez sosegados y con la respiración acompasada. Melodías nocturnas. Sol de noche: brillo de luna. Las fuentes resuenan débiles. El impaciente sueño ensordece los sentidos que claman descanso como locos. Mañana, a primera hora, volverán a maullar los gatos. Hasta entonces, shhh... Están durmiendo.

miércoles, 6 de julio de 2011

Puertas entreabiertas

Aquella mañana decidí llevar a la realidad mis no tan absurdas fantasías de descubrir lugares desconocidos que revoloteaban por mi cabecita y me hacían el sueño imposible. En esa "escapada" -como me gusta llamarlo- fue donde te encontré. Ibas con tu perro paseando por el camino que conectaba el pueblo donde vivías con el siguiente donde vendían pan -yo, muerta de hambre, me dirigía allí para comprar 2 barras-. Tu mochila sobre los hombros me llamó la atención, parecía realmente pesada. Me hizo pensar que te largabas de casa y llevabas lo indispensable dentro de aquella tela, resguardado por una cremallera que a duras pensa cerraba bien. Por aquel camino no paseábamos nadie más que tú, tu perro y yo. Yo alejada bastante de ti, aunque lo suficientemente cerca como para distinguir las facciones de tu rostro y caracterizarlas de espectaculares. Me pareciste el tío más guapo del mundo nada más verte. Decidí acercame más y fingir una sed horrible. Ahí apareciste en escena. Me ofrecite una botella de agua helada con toda tu amabilidad y no sabía cómo agradecértelo. Entonces me salió un "gracias, me llamo...", te dije mi nombre y me respondiste con el tuyo. Entonces empezamos a hablar de nuestras vidas, de nuestro pasado y presente. Te conté que había decidio abandonar la ciudad. Que me tenía harta tanto gris. Que deseaba locamente encontrar un lugar como aquel, en mitad de la montaña y que la tranquilidad cubriera cada partícula del aire que ahí se respirara. Luego, con mi curiosidad al borde la desesperación, te pregunté por la mochila. Te reíste y me explicaste que a ti también te apasionaban estos lugares. Que necesitabas evadirte del resto del mundo y caminar con tu perro para olvidar lo rara que se había vuelto esta sociedad desde hace años. No te dejé que pararas de hablarme de ti y continuaste diciéndome que dentro de la mochila únicamente llevabas material de escalada y que habías quedado en el pueblo vecino con unos colegas para pasar el día sobre la roca. Me propusiste que fuera contigo, que tus amigos me caerían bien. Todavía sigo pensando qué habría sido de mí si hubiera rechazado la propuesta. Hace 3 años de eso. Y me encanta despertar junto a ti y escuchar el ladrido de nuestro perro que nos dice que ha amanecido.

martes, 5 de julio de 2011

Fotos, nubes, sol, mar y viento

Por fin se había dado cuenta y estaba decidido a dejarle anidar en sus noches. Era verano y ya se sabe lo que dicen de estas noches: las más increíbles y mágicas. A esto le sumo un paisaje de folleto de agencia de viajes, una luz exquisita y una compañía inigualable. Cenar era algo que habían planeado hacer juntos pero siempre, por una cosa u otra, terminaban variando sus planes y relegando la cena a noches venideras. Él vivía en un apartamento frente a la bahía, al sur de la ciudad. Ella acababa de salir de conquistar las olas y llegaba bajo un manto de sal y olor a mar que le volvía loco. El resto pasó lento, muy lento.


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-Parar el mundo
-¿Parar el mundo?
-¿Nunca has parado el mundo?
-¿Qué es parar el mundo?
-Parar el mundo es alimentarse de buena literatura, de buen cine y, 
sobretodo, de la conversación de una única persona que te inspire en este mundo.
("Si tú me dices ven lo dejo todo... pero dime ven" - Albert Espinosa)

domingo, 3 de julio de 2011

Recuerdos futuros

 Las luces de la habitación parpadean con cada relámpago. Asomada a la ventana observo cómo se iluminan las montañas. Le sigue un trueno ensordecedor que suena como si rugieran leones celestiales. Atraviesa mis tímpanos y desgarra mi interior de la forma más bella. Esta noche llueve. Un viento feroz acaricia las hojas de los árboles. Sigue tronando. Me gustan este tipo de noches, y más en la montaña. Invitan más que nunca a dejarse caer sobre el sofá con la manta hasta el cuello, una buena película en el televisor y él ocupando el hueco que sobra en el sofá. Las luces no paran, parpadean intentando llamar mi atención o exigiendo que las apague. Lo haría. Sí, lo haría si estuvieras tú aquí.

sábado, 2 de julio de 2011

Vuelvo a casa

El calor de tus ojos participa de tu encanto. Rememoro el gris invernal que a veces se colaba por la trampilla para perros que instalé en la puerta de la cocina hace 3 años. Veo el amanecer que nos desnudó por completo cuando yo únicamente quería besarte las noches de abril. Alzo la vista y mis ojos tropiezan con el camino de estrellas que te propuse seguir. A pesar de todo, sigue lloviendo hacia abjao y tu calor sigue sonando a blues. No me imagino una tarde sin tus manos en mis rodillas; sin tus besos en mi cuello, ni sin los míos en tus labios. Olvidé decirte cuánto me cuesta alejarme de ti, pero sigue siendo mucho. Deslízate sobre mis inviernos...

viernes, 1 de julio de 2011

Pasé por nuestros bares

El cartel iluminado del concesionario de la calle de enfrente me recuerda que todavía sigue viva mi parte de esta ciudad. Mientras contemplo la huella que ha dejado el tiempo en estas desoladas calles, una voz rasgada canta al amor en la radio, en una emisora de música de aquellos 80... Dulce melodía para estos meses costosos de atravesar. Decido bajar la persiana y tumbarme en la cama, con la música todavía haciéndome compañía. A escondidas desvelo el secreto de mis sentimientos. Vuelan los miedos. Muy lejos. Las cuatro paredes que me arropan consiguen hacer de este lugar una necesidad. Consigo mantener mi cuerpo y mente en calma y, sin embargo, ha pasado un huracán. Odio el grito del silencio, tan claro y fuerte como las aguas del Mediterráneo, por las que navego a bordo de tu espalda.